a sala de exposiciones del Ateneo de Madrid acoge una muestra individual de la artista argentina Adriana Zapisek, quien desde mediados de los años ochenta ha desarrollado una amplia trayectoria plástica jalonada por numerosas exposiciones internacionales.
La investigación de Adriana Zapisek ha estado vehiculada por una reflexión acerca de la forma, el color y la composición. Tras una primera etapa de carácter geométrico realizada con aerógrafo, la artista evoluciona hacia un nuevo estadio caracterizado por una abstracción orgánica que es modulada con pinceles. En sus últimos trabajos, el pensamiento razonado, la conciencia analítica y la conceptualización teórica ganan terreno a la carnalidad plástica de sus obras anteriores, las cuales vienen a funcionar ahora como materia prima sobre la que trabajar nuevamente.
Frente a la idea clásica de una imagen clausurada, las últimas producciones de Adriana Zapisek ponen el acento en una investigación abierta y procesual. De este modo, configura un amplio repertorio iconográfico a partir del cual abre muy distintas vertientes formales. Así, en un primer momento, la depuración a la que es sometido el núcleo iconográfico como forma distintiva nos permite comprender con nitidez sus características formales; en un segundo momento, la artista emprende una sucesión de decisiones (aplicación de sombras, de la imagen en negativo, descomposición, alteración de su disposición sobre el plano, recomposición de fragmentos, etc.) que se van plasmando en una serie de imágenes que, si bien tienen entidad propia, deben ser analizadas dentro de un desarrollo global.
La transformación que está viviendo la obra actual de Adriana Zapisek no responde a un maquillaje estético o una mera deriva formal. Al contrario, responde a un proceso meditado y consciente que busca profundizar en el marco de su propio lenguaje como estrategia de amplificación y renovación. El resultado es la manifestación de una obra que vuelve sobre sí misma para trazar un camino de mayor profundidad.