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El interés de Torres Quevedo por los transbordadores, funiculares o teleféricos comenzó muy pronto, cuando fijó su residencia en su pueblo natal, en la casa de Doña Jimena. En Molledo, junto a esa casa, construyó en 1887 su primer transbordador. Salvando un desnivel de unos 40 metros, y con 200 metros de longitud, empleaba como tracción animal una pareja de vacas y una silla a modo de barquilla.
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