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del arte
   
 
La naturaleza, habitación de lenguajes
La naturaleza, habitación de lenguajes
Yolanda Novoa y Concha Gay
Exposición
Hasta el 30 de octubre
 
  Centro Cultural La Vidriera
Avda. de Cantabria, s/n
39600 Maliaño (Cantabria)

Yolanda Novoa me habla de árboles, de plantas y flores, de especies abandonadas a un proceso dedesgaste y olvido. Huellas cartográficas, fotografías y datos que me aproximan hacia el entornonatural. La artista conversa con la naturaleza de forma profunda e intima, con la dulzura quenecesita aquello que se nos aleja y nos hace conscientes de nuestro peligro – la actividad humanadaña de manera irreversible la biodiversidad medioambiental.

Hace miles de años los bosques cubrían casi la mitad de la superficie terrestre del planeta. Hoy,
sólo nos queda una quinta parte del bosque original, el resto ha sido arrasado o degradado por la
acción humana inexorable. La destrucción gradual de los hábitats naturales acerca a la extinción
a decenas de especies diariamente, incluida la nuestra.

Establecer un equilibrio entre el desarrollo económico y la conservación de los espacios naturales
es una urgencia y el primer paso lo damos cuando surge el conocimiento de la perdida. De la manode Yolanda Novoa, nos reactivamos como seres conscientes del daño. La artista cántabra presenta a la naturaleza desaparecida, especies extinguidas como la Crudia Ceylanica, Hopea Shingkeng o la Nesiota Elliptica, árboles que transforma en imágenes todavía con vida, ricas y con valor nutriente. La delicadeza en el uso de los material, la poesía de las imágenes y el compromiso de la
artista con su hacer diario nos filtra un ecosistema de autosuficiencia que maneja con la riqueza
de un manglar.

Los graves impactos medioambientales están en nuestros alimentos, en nuestros zapatos,ropas
y libros, en nuestros desplazamientos, en nuestros edificios, mobiliario e inversiones...Abordar el
tema de la deforestación y la degradación del medio ambiente con coherencia no es fácil, somos
parte de una economía mundial que roba y saquea la riqueza natural del planeta sin atender las
irreparables consecuencias. La muestra “La naturaleza. Habitación de lenguajes” que Yolanda
Novoa presenta en la Sala de exposiciones del Centro Cultural La Vidriera en Camargo, Cantabria, es un bello granito de arena que contribuye a un cambio de rumbo frente al deterioro del planeta. La naturaleza es finita, no desnudemos a la Tierra de sus bosques.

Julia Rico Ortega

Mirar al pasado no con nostalgia, sino detectando la esencia de la vida y así saber discernir entre la acción del hombre y la naturaleza propiamente dicha, es quizás la esencia del proyecto expositivo de Concha Gay. En él busca destacar las posibilidades narrativas de los rastros o huellas y nos conduce a una reflexión más profunda sobre la diferencia entre los conceptos natural y modificado. Consciente de la artificialidad de la mayor parte de los espacios que habita el hombre, persigue resaltar lo innato y primigenio en busca de un origen que parece retroceder cada vez más lejos y que la lleva a conjugar elementos naturales que incorpora a sus obras con procedimientos técnicos actuales.

La fotografía, el fotograbado, las cajas de madera en las que desea encerrar la esencia de la vida, son prueba evidente de la combinación entre lo natural y lo modificado por el hombre. En torno a estos tres procedimientos Concha Gay articula su discurso narrativo. Recurre a la fotografía porque detenta, en sí misma, ese valor de dimensión temporal que la convierte en un referente al enmarcarse en unas coordenadas espacio-temporales concretas, donde la propia imagen es una huella.

En el fotograbado, en cambio, trata de intensificar aquello que la naturaleza nos ofrece, sin artificios y construye sutiles ficciones que evocan, en algunos casos, paraísos naturales. Sin apartarse de la realidad, dirige su mirada a la acción ejercida por el paso del tiempo, en el que se impone la fuerza de la naturaleza sobre el trabajo del hombre, dejando al descubierto las grietas y fisuras que ésta puede provocar. Otras, de factura más sutil resaltan las formas más humanizadas que se encuentran en el paisaje. Pero todas ellas, en las que el ciclo de la vida sobre la tierra parece detenido, subrayan la fuerza y el misterio que sigue despertando en nosotros la naturaleza.

Las cajas por su parte, se presentan a modo de cofres, en los que desea atrapar lo intrínseco y
fundamental que se encuentra en la naturaleza; ya sean tierras, arena, plantas, minerales, maderas o fósiles. Elementos que simbolizan lo primigenio y nos advierten que todavía somos tal y como fuimos y que las posibilidades de nuestro futuro están en reconocer este hecho.

Los rastros son mundos que se nos abren sin cesar, que nos remiten al pasado y nos otorgan otra dimensión del presente, de forma que no se agote la capacidad creadora que nos lleve a la desaparición.

Dar visibilidad a lo que de duradero pueda tener lo perecedero, no es más que una llamada
de atención a lo que debe transcender o no en el tiempo y convertirse en esa memoria de futuro.

Ana Bolado Ceballos
Directora del Centro La Vidriera

 
 
 
 
Museo Lázaro Galdiano