Uno de los motores de arranque de este proyecto fueron las reacciones de la gente ante su apariencia personal. Partiendo del trastorno de identidad disociativo – o trastorno de personalidad múltiple –, en este happening, la artista confecciona varias identidades paralelas a la suya propia y las pone en práctica de manera real transformando su estética y su carácter de cara a la sociedad. Así, dependiendo del día, juega con diversos códigos y se presenta como Edurne, Miren, Edelweiss, Inge-Liva, Alicia, Ludovika, Cayetana,Nieves, Elvira, Rosi o incluso Andoni: personajes con peinados, indumentaria y actitudes radicalmente diferentes que desencadenan respuestas diversas en los demás. Cada una de estas personalidades ficticias son en realidad prolongaciones de facetas contenidas en Edurne Herrán y acentuadas para la creación de versiones de su yo. La autora se pregunta por la maleabilidad del futuro: los hechos circunstanciales que lo condicionan, pero también, las decisiones conscientes que juegan un papel crucial en su determinación.
Durante los dos últimos años, la artista registra su vida mediante varios procesos a los que llama experimentos: desde octubre del 2014, acude con sus personalidades variopintas a que le lean el futuro (por medio del tarot, quiromancia y videncia) para demostrar que la lectura es diferente según su aspecto a pesar de ser la misma persona; envía currículos como dos de sus personajes (Miren y Edurne, hermanas gemelas) a la misma oferta de trabajo con el fin de valorar quién tiene más posibilidades laborales.
La autenticidad de este proyecto existencial es cuestionable si se entiende como un ejercicio de veracidad en las informaciones proporcionadas, sin embargo, esta obra podría considerase como la más auténtica que ha realizado la artista hasta el momento si atendemos a la esencia que se desprende de ella. Decía el filósofo Charles S.Peirce que la identidad de un hombre consiste en la coherencia entre lo que es y lo que piensa. Normalmente pensamos muchas más cosas de las que expresamos de cara al exterior porque intentamos reforzar la imagen que hemos creado de nosotros mismos. Sin embargo, ¿no es cierto que a veces nos gustaría comportarnos, vestirnos o manifestarnos de una manera distinta? Sería ideal poder dar rienda suelta a cada uno de nuestros pensamientos y convertirlos en una personalidad nueva según el día, pero es probable que el intento desembocara en un caos total. La artista se ha lanzado a la piscina experimentando semejante cometido para ahondar en la construcción del individuo y demostrar la influencia de la mirada del otro en el autorretrato. Las consecuencias de desarrollar tal polifacetismo podrían rozar la locura, pero ¿acaso no nos aproximarían a la verdadera coherencia? Pregúnteselo a Edurne.
Nerea Ubieto