Rafael Carrascal presenta una muestra cuyo nexo común es el agua y que sitúan a la naturaleza como principal protagonista.
Con las obras el autor intenta establecer un diálogo íntimo entre naturaleza y ser humano. El sonido de las gaviotas, el palpitar del mar o el sonido de un riachuelo son los acompañantes perfectos para la búsqueda de esa paz y estado de bienestar que nos provoca la contemplación de la naturaleza.
Ese lenguaje con la naturaleza se acentúa más aún cuando la luz se convierte en coprotagonista y los retratos de esa naturaleza pasan a convertirse en mágicos.
En yuxtaposición con todo esto se encuentra el ser humano absorto en su vida, en su ciudad y ajeno muchas veces a la importancia que representa la madre naturaleza. En un contexto urbano: un río, un árbol e incluso una montaña pasan a convertirse en elementos decorativos.