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Leonardo Torres Quevedo y el Servicio de Aerostación Militar
Leonardo Torres Quevedo y el Servicio de Aerostación Militar
Exposición
Hasta el 28 de agosto
 
  Círculo de Recreo de Torrelavega
Bulevar Demetrio Herrero, 7
39300 Torrelavega (Cantabria)
web: www.circulotorrelavega.com

LA AEROSTACIÓN MILITAR

Los primeros pasos hacia la institucionalización de la Aerostación en España se dieron en 1884, al encargar a la 4ª Compañía del Batallón de Telégrafos (del Cuerpo de Ingenieros) la construcción y manejo de los globos. El primer aerostato (adquirido en Francia), sin embargo, no llegaría hasta 1889, recibiendo el nombre de “María Cristina” tras la ascensión efectuada en él por la Reina Regente, y se perdería al poco tiempo en un incendio.

Por R.O. de 30 de septiembre de 1896 se creó el Servicio de Aerostación Militar, bajo la Dirección de Pedro Vives Vich, estableciendo su sede (y sus fracciones fija y operativa) en Guadalajara.
Las actividades aeronáuticas del Servicio comenzaron con las primeras ascensiones cautivas del globo-cometa “Siegsfield-Parseval”, en noviembre de 1900, y la primera ascensión libre en el globo esférico “Venus”, realizada el 31 de diciembre del mismo año.
La actividad más significativa del Servicio, la Escuela Práctica de pilotos militares de globos, iniciadas en 1901, se convertiría en 1903 en Escuela de Observadores, centro de formación para los oficiales de las diferentes armas.

En 1904 se botaría el primer globo-cometa construido en Guadalajara, el “Alfonso XIII”, al que seguiría el globo esférico “Urano”, varios globos sonda, etc.
En 1905, los globos del Servicio participarían en la observación del eclipse de sol del 30 de agosto.

LEONARDO TORRES QUEVEDO

Para la construcción del dirigible patentado en 1902-1906, Torres Quevedo contó en el Centro de Ensayos de Aeronáutica con la colaboración del capitán de Ingenieros Alfredo Kindelán, primero en Madrid en 1905, y, a partir de 1906, en el Polígono de Aerostación de Guadalajara, donde las pruebas del “Torres Quevedo nº 1” de 640 m3, en 1907, y del “Torres Quevedo nº 2” de 950 m3, en 1908, terminaron con el desencuentro entre Kindelán y el inventor, quien se vio forzado a abandonar Guadalajara.

Trasladados los ensayos a París, la casa Astra compraría la patente, construiría el “Astra-Torres nº 1” en 1911 y vendería el “Astra-Torres XIV” al Reino Unido en 1913.

Durante la I Guerra Mundial, Astra fabricaría los “Alsace” y “Pilatre de Rozier II” de 14.000 m3, “La Flandre” de 16.000 m3, los “AT-1” a “AT-4” de 6500 m3, “AT-5” a “AT-9” de 7600 m3, y los “AT-10” a “AT-17” de 8300 m3. Se transfirieron a la US Navy los “AT-1” y “AT-13”, y el “AT-18” de 10700 m3. En 1922 se entregaría el “AT-20” para Japón y en 1923 el último “Astra-Torres” para la Marina Francesa, el “AT-24”.

Por su parte, el Almirantazgo británico construyó dirigibles del sistema Torres Quevedo de tres series sucesivas: “Coastal” (30 unidades de 4810 m3), “Coastal Star” (10 de 5960 m3) y North Sea (18 de 10190 m3). Se vendieron además cuatro “Coastal” a Rusia, uno a la Marina Francesa y un “North Sea” a la US Navy.

GLOBOS Y DIRIGIBLES

Los globos del Servicio de Aerostación entrarían en campaña en la Guerra de Marruecos en 1909 y 1912, tomando fotografías, colaborando en el levantamiento de planos, orientando y corrigiendo el tiro de la artillería, etc.

Aprovechando los excedentes de material al acabar la I Guerra Mundial, se adquirieron globos “Caquot”, utilizados en las campañas de Marruecos de 1921 y en el desembarco de Alhucemas en 1925, donde también participarían los globos y dirigibles “SCA” italianos de la Aeronáutica Naval, como dotación del “Dédalo”, navío cuyo diseño había adelantado Torres Quevedo en su patente del “Buque campamento” de 1913.

Mientras seguía la fabricación y manejo de globos, en 1929 se botaría en Guadalajara el “María Cristina” de Enrique Maldonado y Félix Martínez, segundo dirigible español tras el “Torres Quevedo” en 1908. Pero con el desarrollo de la Aviación, la Aerostación iría ocupando un lugar cada vez menos relevante en la Aeronáutica militar, camino de su desaparición del Ejército.

En 1933 presentó Emilio Herrera su proyecto de ascensión en globo a la Estratosfera (para el que diseñó una escafandra, precedente de los trajes espaciales) experiencia que quedaría truncada por el estallido de la Guerra Civil.

Precisamente, en el Madrid asediado del otoño de 1936, la aviación nacional derribaría sobre la Casa de Campo los últimos aerostatos militares españoles.

 
 
 
 
Museo Lázaro Galdiano