Comisariada por Paco Barragán.
Chus García-Fraile es una artista que desde los inicios se ha sentido muy a gusto saltando del dibujo y la pintura a la fotografía y el vídeo, la escultura y la instalación o retornar a una práctica más básica pero no menos fascinante como el dibujo a carboncillo.
Este enfoque interdisciplinario que ha caracterizado su práctica artística siempre ha estado en función de un discurso conceptual que, básicamente, podríamos resumir en torno a los siguientes binomios: lo íntimo versus lo público, lo natural versus lo construido, lo mitológico versus lo cotidiano, esto es, la naturaleza versus la cultura.
A partir de la reflexión del paisaje García-Fraile se ha ido adentrando en ese tránsito del campo a la ciudad, del paisaje natural al paisaje urbano, y con ello hacia el análisis de la cultura popular y una reflexión y crítica de la ideología de las actuales condiciones sociales y culturales del ser humano a través de los objetos que produce, consume y le confieren personalidad e identidad.
Con exquisita ironía y un acabado muy cuidado, la artista de-construye ese halo que reviste la cultura de masas y que se impone a la realidad artificial de relaciones sociales que vivimos un positivismo falso contenido en los códigos, símbolos y discursos de sus artefactos.
En este sentido hemos querido reflejar desde un punto de vista curatorial ese viaje tanto formal como conceptual que no es solo progresivo si no también holístico y que lleva a García-Fraile a retomar y re-elaborar temas y temáticas anteriores.
Uno de los aspectos que siempre me ha llamado la atención a lo largo de su prolífica carrera es esa inagotable capacidad de innovación artística que siempre lleva a García-Fraile a una incansable búsqueda del material, medio y resolución más apropiados para aquello que desea transmitir. Si bien la mayoría de los espectadores recuerda y reconoce a García-Fraile por sus icónicas latas de Coca-Cola o zapatillas de deporte, aquí podrá ver reunidas obras anteriores que dan perfecta cuenta de su constante desarrollo y personalidad artísticas y que le permitirán crearse una coherente imagen de su igualmente coherente trayectoria.
I La arquitectura del paisaje
En esta primera sección reunimos obra de principios de los 90 y también alguna obra posterior que nos permite establecer fructíferas referencias cruzadas. Así, a través de una serie de composiciones de principios de los años 90 centradas en el paisaje iniciamos un recorrido a través de su obra. Los paisajes aquí presentes juegan con elementos orgánicos y arquitectónicos que revelan un sentido por lo gestual y lo psicológico. Se trata de paisajes de orden íntimo e introspectivo que nos confrontan con formas apenas aludidas y evocaciones mínimas, sutiles que se apoyan en una resolución sensual del color. La arquitectura, el color, la materia y el paisaje se dan la mano en unas estructuras sobrias, asimétricas y cálidas, a ratos nostálgicas, pero siempre líricas.
Frente a estas composiciones que hablan de introspección, olvido y memoria hemos articulado un diálogo con una obra posterior que retoma el paisaje pero desde una perspectiva mucho más agresiva, consumista y abiertamente ideológica: las escaleras mecánicas insertadas en el bosque cual paisaje surrealista o sacado de algún cuento de Kafka. La contraposición nos permite referenciar cómo el paisaje es una constante a lo largo de la obra, pero también apuntar futuros caminos.
II El teatro del cielo
En esta segunda sección continuamos con esa búsqueda del paisaje pero desde premisas bien diferentes: el intimismo anterior ha dejado paso a una experiencia del paisaje exuberante, agresiva, barroca, extrovertida y fuertemente emocional.
El estado de ánimo de la artista es diferente y el planteamiento conceptual y formal también. Un viaje a Egipto constituye el punto de partida de esta nueva fase artística que se traduce en la serie Cielos: brumosos y amenazadores nubarrones y cielos con fuertes contrastes de dorados, negros y rojos, con pinceladas atrevidas, desgarradoras, dinámicas, inquietantes y teatrales, y cuya sensualidad sugiere un intenso viaje hacia la nostalgia.
La incorporación de materiales como el acetato, la seda, el plástico, el papel y el barniz acentúa esa sensación de lirismo impregnado de ascetismo y misticismo. Las referencias a pintores clásicos como Van der Weyden, Van Eyck, Turner, pero sobre todo Rubens, Rembrandt y Goya son más que evidentes.
¿Fuga o nostalgia?
Aún hoy estos paisajes realizados entre el año 1996 y el año 2000 siguen impresionando por su composición y resolución sensual del color, pero sobre todo por su grandiosidad metafórica.
III El campo de batalla: la ciudad y sus artefactos
En el corazón del DA2, la sección de la antigua cárcel, hemos destinado la parte baja a los icónicos objetos de consumo —zapatillas, latas, tapacubos, tuppers— y en la parte alta rematamos la muestra con una nueva referencia al paisaje, si bien el paisaje urbano. La ciudad y los objetos de consumo entonces aquí desplegados en forma de pinturas, vídeos, esculturas y dibujos que van conformando, como diría Michel Houllebecq, la “ampliación del campo de batalla”.
Aquí Chus García-Fraile recurre a lo cotidiano, lo cotidiano ejemplificado en lo próximo, lo corriente, lo común, lo ordinario y banal que se materializa en esos objetos producidos en masa que consumimos a diario y que nos hacen sentir más libres. Estas mitologías cotidianas expresan las creencias y los mitos de nuestra sociedad capitalista. Latas, tapacubos, salvamanteles, envases, botes y zapatillas de deporte adoptan un aire insólito para acabar convirtiéndose, una vez descontextualizados, en representaciones extraordinarias al tiempo que perturbadoras. El cambio con la etapa anterior es radical.
Del paisaje, la artista se desplaza hacia la ciudad y sus detritus: esos sueños consumistas que al final acaban en espejos rotos. Los ensimismados objetos de la serie Ubicuos nos miran con agresividad emergiéndose en seductoras y brillantes mitologías de la sociedad de consumo. La pincelada aquí es minuciosa, esmerada, precisa, clínica y el planteamiento formal mezcla de manera exitosa el pop, el situacionismo, el fotorrealismo y el arte conceptual.
En las fotografías y cajas de luz que conforman la serie Glassworks la artista de-construye de manera original logotipos y marcas a través de las vidrieras típicas de las catedrales o iglesias aludiendo al consumo como esa nueva religión.
Finalmente, García-Fraile analiza el paisaje urbano en sí que genera el capitalismo liberal globalizado a través de las series FOR SALE,que alude a la segunda vivienda o el chalet como utopía máxima de las clases medias y que formalmente nos presenta a través de sugerentes composiciones de edificios pixelados y fragmentados que no dejan de remitir a la especulación inmobiliaria, como también la impactante Metrópolis: una serie de vistas cenitales de grandes metrópolis realizadas a carboncillo con una factura exquisita que me recuerdan las ciudades distópicas de películas como Blade Runner o Brasil.
El campo de batalla está servido.
Chus García-Fraile nos recuerda a través de una propuesta artística provocadora, irónica, sensual y onírica que la utopía de la sociedad de consumo solo era una falacia. Y que sus llamativos productos jamás transcenderán la categoría de vulgares y contradictorias mitologías cotidianas.
Salas 2, 3, 4 y hall