Comisariada por Eduardo García Nieto.
La naturaleza del dibujo siempre ha sido un territorio de fricción por encontrarse vinculado a la democratización de los modelos de expresión, por un lado, y ser considerado un residuo del proceso por el otro. Partiendo de esta situación disidente, Fernando Renes (Covarrubias, 1970) ha desarrollado un corpus de trabajo en el que ha conjugado y cuestionado la naturaleza de esta técnica para hacernos participes de su visión crítica y de disfrute del mundo contemporáneo.
El título de esta exposición, Cibernética y nutrición, no sólo nos remite a uno de los textos incluido en uno de los dibujos del artista, sino que nos plantea de nuevo ese espacio de edificación y conflicto, en el que el uso de conceptos aparentemente antitéticos van generando un gran collage de imágenes y textos en el que Fernando Renes problematiza la formación de los imaginarios contemporáneos: sus vivencias en Covarrubias, Nueva York o Roma, que evidenciaban tanto los flujos migrantes actuales como los mitos en torno a las grandes metrópolis y otros ámbitos urbanos, la pervivencia del mundo clásico en nuestros inconscientes, el papel que el humor y las poéticas juegan en nuestra cotidianidad, lo erudito y lo popular en pugna con lo vernáculo o los mecanismos de articulación del poder, son algunos de los múltiples ámbitos que conviven en sus trabajos.
De este modo la exposición nos confronta con facetas de nuestras contemporaneidades, al tiempo que presenta una investigación en torno al dibujo. El autor expande así sus posibilidades mediante el uso de distintos lenguajes expresivos articulados sobre distintos soportes –papel, terracota, animación, collage…– que, al tiempo que recorre la historia de esta técnica, le permite explorar sus límites formales.
El DA2 acoge así una gran exposición individual en la que se muestran algunos de los primeros trabajos como “nutriente” de sus últimas instalaciones. Junto la obra de este marco cronológico (1995-2015) se incluyen muchas piezas realizadas para y en el propio museo, convirtiendo así las salas en el taller del artista. Un nuevo lugar en el que convivir con las contradicciones, con el alimento y la comunicación, con las que nos relacionamos a diario.
Con la colaboración de:
Galería Adora Calvo, Salamanca