El fotógrafo (…) le pisa los talones al trapero, una de las figuras
favoritas de Baudelaire para caracterizar al poeta moderno:
Todo cuanto la ciudad desechó, todo cuanto perdió, todo cuanto
desdeñó, todo cuanto pisoteó, él lo cataloga y colecciona.
Susan Sontag
José María Marbán nos sumerge en un universo paisajístico que nos abisma y nos inquieta a partes iguales. En un primer acercamiento su propuesta puede resultar incómoda, incluso desasosegante. Y esto no sólo sucede por su particular concepción del paisaje, sino también porque a través de él podemos vislumbrar un modo particular de entender el momento histórico que habitamos.
No debemos dejarnos engañar por la fingida neutralidad que estas imágenes emanan. La aparente frialdad e imparcialidad del objetivo fotográfico resulta automáticamente soslayada por la mente del creador que interpreta la realidad para apropiársela, para dar su personal versión sobre ella. No admite concesiones a un pintoresquismo ingenuo, donde la sorpresa placentera constituye el motivo principal de las obras. Aquí, en cambio, los lugares son complejos y resultan difícilmente identificables, activan la memoria del espectador para bucear en nuestra propia experiencia, son además unos espacios salpicados de despojos y vestigios de un pasado más heroico.
Por esa misma razón, en estos escenarios olvidados ya no hay identidad posible ni características específicas que podamos distinguir fácilmente. Más bien al contrario, se trata de espacios sin atributos específicos, tierras de nadie que parecen haber sido abandonadas a su suerte, pero que en muchas de ellas aparece de forma indeleble la huella constante del ser humano.
José Gómez Isla