Eduard Malvehy es un pintor que ha sabido, dentro de una pasmosa serenidad de pinceles y espíritu, construir su propio arte, su propia geometría, unas líneas rectas que llegan hasta el horizonte, y un color propio, que le caracteriza. Ha sabido unir ficción con colorido, línea con imagen, indefinición con movimiento. Con pocas palabras es posible definir la obra. Técnicamente irreprochable, no falta ni sobra nada en sus cuadros. Pintor de la calma, de la pureza de líneas, del colorido, de los matices, y a la vez también de los contrastes. Malvehy no ha dejado nunca de indagar, de investigar, de mejorar la técnica. Hay aquí sensibilidad pura, matices, un cierto lirismo, la geometría de siempre, y por encima de todo, su eterna serenidad.