Del blanco más despejado al negro más sombrío. Entre esos lindes, casi existenciales, discurre la energía creadora de Pablo Armesto, el artista asturiano nacido en Schaffhausen (Suiza, 1970) y uno de los dos únicos de este Norte que forma parte de la nómina de Marlborough.
Es tan fiel Armesto a su paleta, cerrada casi herméticamente en esas estancias, que el más mínimo atisbo de color ajeno a ella, se presenta como una sorpresa. Y esta vez su obra, que regresa a Gijón después de cuatro años de ausencia, viene con ella. «Me he permitido un pequeño reflejo azul. Un azul calmado, tan frío que casi parece gris y que solo se aprecia en tres piezas», dice ante una de ellas. U
na de las que compone su nueva colección, marcada no solo por la limpieza tonal, sino también por la presencia lumínica, su verdadero sello. «Parecía inevitable», añade volviendo al azul. Y es que el conjunto de 23 piezas, que toman posiciones en la galería Gema Llamazares.