La ceremonia. Fragmentos
Si partimos del título, cuya fuente es el largometraje de mismo título y dirigido por Claude Chabrol en 1995, en el cual dos mujeres completamente distintas elaboran una relación entre ellas y el mundo implacable, podremos deducir que la raíz de esta exposición se remonta a la imagen en movimiento; encuadrada en un fotograma vibrante vive y respira el mundo femenino y sus relaciones pero también el imaginario colectivo del cómo, el dónde y el porqué de la mujer como imagen y ser.
El mundo del cine ha evolucionado de la mano de la historia y con él, los roles que las mujeres fueron ejejrciendo en la sociedad a lo largo de las décadas; en los años 30, la sexualidad femenina era vivida con naturalidad sin condenarla. Más tarde, con la censura de la Motión Picture Productión Code, las mujeres fueron sacadas de su sensualidad para inscribirse como mujer trabajadora y profesional, cayendo de nuevo al encierro del hogar tras la Segunda Guerra Mundial. Los papeles tradicionales volvieron a prisionar a sus protagonistas, "domesticadas y desarmadas" como bien auguró en su ensayo From Reverence to Rape: The treatment of Women in the Movies (1974) la autora Molly Haskell.
Marta Beltrán analiza en su exposición dichos roles femeninos en ambientes claustrofóbicos y hogareños (con objetos y trazos casi hechos con mano inconsciente) o llenos de una nada ensordecedora. Son imágenes casi oníricas, ensueños de una reclusión donde se observa en sus personajes la rabia, la locura, los lazos familiares y el aislamiento a un papel, determinado por la clase dominante económico-patriarcal. Sin embargo, entre ellas y sus problemáticas vislumbramos una conexión que va más allá de la supervivencia o el poder; un halo que Beltrán define magistralmente con su trabajo de luces y sombras, de vacío y de plenitud, haciendo entender al público el universo emocional y los esterotipos femeninos que ocultan el verdadero potencial de cada una de ellas.
Lidón Sancho Ribés