Inflorescentia, Out of the Bloom, de Lliure Briz, es una meditada investigación del color que se despliega material y espacialmente mediante una infinita paleta de ensayos creativos de carácter experimental, soportes plásticos y medios tecnológicos destinados a enfrentar al espectador con el fenómeno cromático en su más pura esencia.
El visitante de la exposición se introduce en un ambiente de carácter puramente sensorial en el que diversas obras murales de gran formato crean una envolvente cascada de color y un vídeo le invita a emprender un viaje tridimensional. En las diferentes obras que componen la muestra, los colores aparecen reducidos a su naturaleza más nuclear, elemental, enunciados como meras amalgamas de pigmentos que en su contigüidad acaban componiendo un sinfín de abstracciones a las que nosotros, desprovistos de los habituales referentes de partida, intentamos buscar un aposento estable para explicar la representación.
El título de la muestra resuena en nuestra mente desde que entramos en el espacio. Es nuestra única pista, el rastro que la artista nos ha obligado a seguir, y ahora, precipitados en el espacio de exposición, intentamos desesperadamente buscar respuestas.
Poco a poco, los elementos abstractos que nos envuelven desde que comenzamos el recorrido componiendo formas que antes no lográbamos vislumbrar, empiezan a cobrar cierto sentido. Las flores, y su infinito cromatismo, constituyen el punto de partida de la propuesta de Lliure Briz. Los más osados aventurarán formas, paisajes, elementos tangibles de naturaleza floral que nunca se terminarán de concretar. “Aquí una magnolia… Allí un narciso… ¡no! Es una vulgar margarita”. Imposible discernir. Porque precisamente de eso se trata, de habitar un terreno de indefinición, un momento fundacional en el que la belleza resuena en su más pura esencia y los elementos que han dado lugar a la obra se convierten en una excusa perfecta para articular una interesante reflexión sobre las posibilidades de condición de la representación contemporánea.
Como en trabajos anteriores, la artista ha empleado la pintura digital y la imagen en movimiento para componer un relato sensorial que se mueve con habilidad entre los límites de la realidad y la virtualidad, proponiendo al espectador una serie de imágenes que, dispuestas en diferentes soportes, capas de significado y formatos, acaban haciendo del propio espacio expositivo un elemento primordial del discurso. Así ocurría también con Satellites (2013), un trabajo anterior en el que Lliure Briz tomaba como referente una serie de imágenes obtenidas por esos ingenios tecnológicos que gravitan alrededor de nuestro planeta sin que nosotros, ajenos a su actividad, nos demos apenas cuenta. Aquellas imágenes acabaron, igual que ocurre en esta exposición, reducidas a una serie de abstracciones que no terminaban de asentarse en ninguna representación concreta, cerrada, estable.
Y es que tanto Satellites como Inflorescentia. Out of the Bloom nos hablan de una estrategia creativa semejante. Una estrategia de raigambre cuasi científica que toma siempre como referentes elementos aparentemente objetivos (ya sean estos paisajes obtenidos mediante aparatos de última generación o simples detalles florales) para después intervenirlos mediante herramientas tecnológicas de toda índole y condición (pintura digital, fotografía, animación o vídeo, por citar tan sólo algunas) y componer un relativo subjetivo destinado a explorar las contingencias de la imagen en nuestro momento histórico. Así las cosas, y al igual que el estudio de la artista se convirtió, durante el tiempo en que duro el proceso creativo, en un laboratorio, la sala de exposiciones, el espacio que habitamos ahora, se ha convertido en una zona de riesgo, en un lugar de cuestionamiento en el que el espectador es invitado a testar, con sus dudas, los infinitos ensayos realizados por la creadora.
Alberto Sánchez Balmisa