El trabajo de Ignacio Uriarte toma como punto de partida su anterior ocupación en la oficina de una gran multinacional, para circundar cuestiones relativas a la rutina laboral. Con una estética minimalista y conceptual, Uriarte ha consolidado ya un amplio cuerpo de obra mediante una práctica meticulosa, incisiva y a veces obsesiva, en la cual las palabras o lo narrativo son invitados extraños, y lo performativo en cambio es protagonista.
Unos y ceros toma su título de la obra del mismo nombre: una serie de hojas A4 sobre las cuales unos y ceros se escriben de manera aleatoria con diferentes modelos de máquina de escribir, intentando emular el lenguaje digital a través de un balbuceo indescifrable. A partir de aquí, se articula un diálogo con otras piezas que emergen una vez más desde la rutina laboral, poniendo el énfasis en el ámbito del trabajo cultural y el impacto de lo digital en todo ello. Las obras, que utilizan en muchos casos formatos y técnicas que mezclan lo analógico con lo digital y un lenguaje estético binario —blanco y negro, luz y sombra, positivo y negativo—, conforman una exposición que destila un aire un tanto nostálgico, un intento de resistencia a lo inevitable.