Lo primero que sorprende al contemplar esta serie fotográfica de Miguel Sánchez, cincuenta años después de ser tomadas, es la modernidad y la frescura que desprenden, una intemporalidad que es fruto de una aguda percepción en la que se conjuran intuición y sensibilidad.
El autor fotografía desde la vocación más absoluta y la afición más apasionada para plasmar una visión narrativa de La Alpujarra, personal e intransferible , huyendo siempre de la búsqueda pretenciosa de la pose y el cliché. Una mirada fotográfica que se nutre constantemente de la complicidad del encuentro, de la honestidad de la intención y el respeto a los personajes, para traducirse en un retrato prodigioso de la sencillez cotidiana del paisaje humano de La Alpujarra, de sus arquitecturas, de la nobleza capturada de sus gentes y de un tiempo ya detenido en la memoria.
Más allá de la intención de querer mostrar un discurso crítico de la situación social y la idiosincrasia del territorio, el valor de estas imágenes reside en un inestimable legado antropológico al que se le suma la alta dimensión estética en su conjunto, que se revela desde una percepción panorámica plena de encuadres poéticos, unas veces cargados de ternura, otras, irónicos y divertidos, y que van desde el referente documental a la abstracción depurada.
En Alpujarra, Miguel Sanchez nos ofrece un retrato cargado de espontaneidad y conocimiento artístico, alejado de formalismos academicistas. Las fotos que contemplamos no se recrean en la previsible y correcta postal, Su mirada indaga y ahonda en la fuerza emocional de imágenes fijas y en movimiento subrayadas por el uso del blanco y negro, captando en una misma dimensión, la vida, la luz y el tiempo.
Alfonso Alcalá