Como pasa en casi todos los países asiáticos, la capital de Vietnam, Hanoi, es una ciudad que no duerme. Los vietnamitas, gente menuda de gran fortaleza, siempre en constante movimiento, hacen de ella una ciudad caótica que vive a un ritmo frenético. Dentro de ese caos aparente, poseen su propio orden de las cosas, aunque a los visitantes occidentales nos resulte de difícil comprensión.
Hanoi es donde empieza mi aventura por este maravilloso país. Desde aquí me desplacé a Sa Pa, ciudad situada en la provincia de Lao Cai, provincia a su vez fronteriza con China, en este punto geográfico es donde se concentran la mayoría de las minorías étnicas de los dos países asiáticos. Hmong, Dao y Tay, son algunas de las etnias predominantes que podemos encontrar en la zona.
Sa Pa, situada en un entorno montañoso es uno de los lugares más maravillosos que he visitado. Paisajes verdes de una frondosidad impenetrable, ríos caudalosos, altas montañas y valles sembrados de arrozales hasta donde la vista puede alcanzar. Al navegar por alguno de sus ríos, con sus aguas color marrón, debido a la cantidad de sedimentos que arrastra la corriente, uno no puede dejar de sentirse abrumado por la espectacularidad del entorno que le rodea, con su naturaleza en estado puro.
Pero Vietnam no es solo montaña, con más de 3000 km de costa, algunas de sus maravillas se encuentran a la orilla del mar. La impresionante Bahía de Ha Long con una superficie aproximada de 1500 km.², es una visita imprescindible. Navegar entre sus laberintos de inmensas formaciones rocosas, visitar alguna de sus alucinantes cuevas o bañarse es sus calidas aguas son algunos de sus atractivos.
Sin embargo lo que más atrae mi atención y en lo que va concentrado el grueso de mi trabajo fotográfico es en la maravillosa gente que habita estas zonas remotas del país. Gente aislada de los avances tecnológicos, que viven de lo que da la tierra y el mar, y del cuidado de sus animales, gente humilde y amable, que te ofrece todo lo que tiene sin pedir nada a cambio. En definitiva son ellos los principales protagonistas de mi fotografía y a ellos va dedicado este trabajo.
Solo espero que el espectador disfrute de estas imágenes la mitad de lo que yo he disfrutado haciéndolas, viviendo la aventura de viajar a un país extranjero, con un idioma y una cultura completamente diferentes a la nuestra, y que cuando el visitante salga por la puerta de la sala de exposiciones se lleve un sentimiento de amor hacia un país maravilloso.
«Si sabes esperar la gente se olvidará de tu cámara y entonces su alma saldrá a la luz».