La Ciudadela acoge la exposición Genocidio, Paisaje y Memoria de Simon Norfolk del 23 de marzo al 13 de mayo, en la planta baja del Pabellón de Mixtos, dentro del proyecto HIRIARTEA. Centro de Cultura Contemporánea. Ciudadela de Pamplona. Esta exposición está organizada y producida por el MACUF (Museo de Arte Contemporáneo de Unión Fenosa).
Las fotografías que se presentan en esta exposición corresponden a varios trabajos que Simon Norfolk ha venido produciendo desde el tristemente célebre 11 de septiembre. Fruto de aquel acontecimiento y sus consecuencias (hegemonía bélica de EE.UU. las guerras de Afganistán e Irak, etc.) surge una reflexión en torno a los conceptos de imperio, historia y memoria. Según la formulación de Norfolk, todo imperio en su momento de decadencia y desmoronamiento, deja detrás de sí las huellas de su esplendor, ahora convertidas en históricas ruinas. De la atenta mirada a toda esta arqueología se pueden sacar conclusiones válidas para la construcción de la memoria histórica. Su obra se caracteriza por tener al paisaje como tema principal y desarrollar una meticulosa técnica basada en la obtención de imágenes con la tradicional cámara de placas. Sus imágenes muestran paisajes de espacios desolados o, frecuentemente, arrasados por la acción bélica del hombre. Escenas que encierran la capacidad de integrar elementos sensibles y a la vez desgarradores y que son, en definitiva, escenas llenas de dramatismo y belleza que muestran la destrucción y representan el eco de la muerte. La construcción de la imagen utilizando cánones que la ponen en relación directa con determinada tradición romántica que encuentra la belleza en la representación de cierta miseria, la frecuente ausencia de la figura humana, o la deliberada acción del fotógrafo de construir sus paisajes a partir de escenarios configurados en función de su aparente desorden, son algunos de los rasgos que mejor definen la obra de Simon Norfolk.
La obra de Norfolk documenta fotográficamente los edificios, las calles vacías, los espacios devastados, orografías y restos de la acción bélica, en aquellos lugares donde se ha intervenido militarmente en los últimos ocho años. Son auténticos paisajes después de la batalla que delatan la barbarie y lo absurdo de la guerra. El artista se enfrenta en su obra a un gran problema, a uno de los mayores conflictos éticos que encierra la fotografía que tiene como materia de trabajo los lugares que han sido víctima de la acción militar: el de cómo mostrar la belleza de la crudeza y la destrucción articulando un diálogo respetuoso entre información, dolor y estética. Es una fotografía del pasado inmediato, una forma de mirar sobre lo acontecido que ayuda a empezar a construir la memoria contemporánea.