PERSONAS Y BARROS
Elude la muerte, no envejece, detiene el tiempo, capta un instante identitario, traspasa y trastoca dimensiones… hablamos del retrato fotográfico. La fotografía, mediante un proceso fotosensible, capta la realidad tridimensional traduciéndola a dos dimensiones sobre un plano.
La instalación de Lluna Chups de Dios revierte el proceso anteriormente descrito. La silueta de la imagen bidimensional adquiere nuevamente tres dimensiones. Este juego de espejos se revela mediante la luz, en un nuevo retrato expresado con lenguaje artístico propio. Se trata de vueltas a una sola idea que vuelve siempre al mismo punto, pero en diferentes planos.
El perfil emerge como la síntesis, el resumen de una identidad fiel y reconocible, las formas perfectas que aparecen fruto de la revolución, se vuelven imperfectas por la cualidad salvaje de la tierra empleada (arcillas empleadas) durante el proceso.
Partiendo de materiales orgánicos con posibilidades infinitas, el aspecto final se consolida mediante el fuego en una forma con identidad definitiva, resignificando en última instancia tanto el material como al sujeto retratado.