El Museo del Mar se encuentra ubicado en la antigua Casa Garriga. Este edificio perteneciente a la segunda mitad del siglo XIX y situado en el paseo Verdaguer es el emblema de un pasado glorioso, cuando algunos lloretenses lo dejaron todo para ir a hacer fortuna en las Américas. Hacia el año 1860, Enrique Garriga i Mataró emprendió su periplo hacia tierras cubanas, concretamente en Cienfuegos, donde junto con su hermano creó una empresa de materiales para la construcción.
Los Garriga hicieron una gran fortuna y el año 1887 encargaron la construcción de la casa familiar en su villa natal, Lloret de Mar. Esta casa, testigo de la huella de los indianos-los que iban a hacer fortuna-, es una de las pocas que perduran en Lloret junto con la Casa Font o Can Comadran, situadas en el casco antiguo. En el año 1981 el Consistorio del Ayuntamiento adquirió la casa para convertirla en un museo local. Con el paso de los años, la caducidad del modelo museográfico y la necesidad de modernización de los usos condujeron a las reformas realizadas a través de un nuevo proyecto, que convirtió Can Garriga en el nuevo Museo del Mar. Es más que un simple museo ya que, gracias a su ubicación céntrica y privilegiada, se ha convertido en las puertas del Museo Abierto de Lloret (MOLL). Gracias a las nuevas técnicas de musealización ya la incorporación de elementos didácticos y lúdicos, el visitante del Museo del Mar se ve inmerso en un auténtico viaje por la historia de Lloret y su estrecha vinculación con el mar.
Navegamos en la historia El itinerario se divide en cinco áreas: Hijos del mar, Mediterráneo, Las puertas del océano, Lloret después de los veleros y Más allá de la playa. Un recorrido que va desde la navegación de cabotaje realizada en el Mediterráneo hasta la gran navegación de altura a través del Atlántico.
El visitante descubre un Lloret donde los astilleros trabajaban frenéticamente y la arena de la playa estaba ocupada por mujeres que recoser redes para que los hombres pudieran utilizarlas para en la próxima jornada de pesca. En la época dorada de la marina mercante, durante la primera mitad del siglo XIX, el pueblo vibraba con los perfumes caribeños de productos como los cigarros, el cacao, el ron o las maderas preciosas como la caoba, que los indianos utilizaban para decorar sus casas. Durante la segunda mitad del siglo XIX, hacia el 1860 a 70, la prosperidad ochocentista entró en decadencia.
Los inventos que el nuevo siglo traerá consigo, sobre todo el barco de vapor, supondrán la desaparición en Lloret de la ancestral tradición de la navegación a vela. Se volverá a las actividades de subsistencia como la pesca y la agricultura. Pero el siglo XX, con sus nuevas modas y el nacimiento de nuevos fenómenos de masas como el tiempo libre dedicado a las vacaciones, llevará la actividad definitiva que cambiará una vez más la economía local: el turismo. Desde bien entrados los años 50, la economía de la villa de Lloret se ha dedicado con todas sus energías en el sector terciario de los servicios y el turismo.