En el fondo de la noche tiembla el árbol del silencio;
los hombres gritan tan alto que solo se oye la luna.
Gabriel Celaya
Para Ignacio Llamas (Toledo, 1970) el arte es una posible vía de acceso a un conocimiento que ofrezca respuestas a los interrogantes más profundos del hombre. Las tres instalaciones que integran esta exposición revelan la coherencia de su lenguaje, la versatilidad de sus recursos plásticos y la profundidad de su indagación conceptual. A través de elementos iconográficos recurrentes y de la configuración del paisaje como espacio simbólico, el artista traza diversos caminos de aproximación a un complejo universo modulado por la soledad y el silencio. Pero la obra de Ignacio Llamas busca sobre todo estimular y habilitar la elocuencia de nuestra propia mirada; en este sentido, esta exposición propone un diálogo abierto con un espectador emancipado que no solo pretenda capturar los posibles significados que habitan en las obras, sino que sea capaz de conferir esos otros sentidos que resultan de su propia experiencia, íntima e intransferible.
La instalación Límites (2016-2017), ubicada en el Salón del Trono, está integrada por nueve sacos de escombros, dispuestos entre ellos a una distancia transitable, e iluminados de manera independiente por otros tantos focos de luz. Al aproximarnos, podemos iniciar diversos recorridos que nos llevan a descubrir el contenido de los sacos: nos encontramos entonces con unos paisajes casi desérticos con la leve presencia de puntuales objetos narrativos. Ignacio Llamas interpela una tipología de paisaje sin grandes sobresaltos y donde parece latir la llanura castellana que acompaña a la biografía del artista. El horizonte no es entendido como una línea recta interrumpida por la orografía del territorio, sino como un círculo continuo que cierra y ordena el espacio. Nosotros, los espectadores, a través de una posición privilegiada nos enfrentamos con plenitud a regiones desoladas llenas de intensidades, que vibran sobre sí mismas y que evitan cualquier orientación hacia un lugar culminante.
En la Sala de la Campana se despliega la serie Refugios del Misterio (2008-2009), integrada por diversas cajas blancas que acogen en sus paredes distintas aberturas. Estas sencillas estructuras se ubican en una dimensión muy distinta a la densidad visual y la imagen hipertrofiada que domina la actual sociedad global y tecnológica. Al indagar en su interior descubrimos espacios limpios, dominados por una luz cálida y transformadora, que solo son alterados por un breve inventario de elementos cotidianos de fuerte carga simbólica: una maleta, una escalera, una silla o un árbol. De este modo, Ignacio Llamas genera un universo silencioso y elocuente, de ámbitos edificados sobre la elipsis y que, en ocasiones, albergan el sonido como único habitante posible.
Instalada en el suelo de la Sala de Doña Petronila, Entornos (2017) se compone de 26 piezas circulares y tridimensionales de yeso distribuidas sobre planchas de madera; incorpora, además, dos elementos esenciales en la producción del artista: luz y sonido. De nuevo, el blanco es el color que modula la uniformidad de la pieza y dispone el conjunto en una dimensión semejante a la del secreto, capaz de hacer merodear en torno a ella múltiples posibilidades interpretativas. Solo puntuales elementos iconográficos habituales en el lenguaje del artista (la silla y los escombros) nos señalan un tiempo pretérito donde el territorio estuvo ocupado. En esta obra, el artista parece sugerirnos la necesidad de integrar con serenidad la belleza de aquello que nos rodea como modo de indagar en las aristas de nuestra propia identidad.
Texto: Carlos Delgado Mayordomo
Comisario de la exposición
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