La orden recibe en 1369 las casas del alcalde mayor de la ciudad para construir su convento, es de los más antiguos de Toledo. Aquí profesaron su fe las hijas de Enrique II de Castilla, hermanastro y sucesor por fuerza de armas de Pedro I.
Esto propició una considerable ampliación, uniéndose mediante el cobertizo de Santo Domingo con las casas al otro lado de la calle. El convento está articulado en torno a dos claustros, llamados de los Naranjos y de los Laureles, que conducen a sus estancias.
La iglesia es del siglo XV y está compuesta de dos naves rectangulares, cubiertas con techumbres de madera, con cabecera plana y rosetones de ladrillo en sus testeros. El retablo mayor en el presbiterio de una de las naves, construido por Jorge Manuel Theotocópuli con forma elíptica, es de Luis Tristán (1623).
Las lápidas de pizarra a los pies del altar del coro pertenecen a las mencionadas infantas de Castilla. Se conservan yeserías, azulejos, altares y pinturas de distintas épocas. La puerta del convento, escondida en el rincón de la plaza, es del siglo XIV.