La celebración del 450º aniversario de la fundación del Monasterio de San José, por tanto, debe ser para el Carmelo Descalzo, y también para la diócesis de Ávila y para todos los creyentes, un momento de gozo y acción de gracias, sí, pero también una oportunidad de revisar la propia vida, la de las comunidades y los individuos, para reforzar nuestra fidelidad a Cristo, al Evangelio, y recrear nuestra existencia cristiana como servicio constante e incansable a Dios y a los hermanos.
"¡Qué sería del mundo si no fuese por los religiosos!", dice el Señor a Santa Teresa para animarla a la fundación del Monasterio. Desde hace 450 años, las Carmelitas Descalzas velan allí y en tantísimos otros Monasterios extendidos por todo el mundo para dar cumplimiento a la palabra de Dios sobre aquella obra: "Que se serviría mucho en él, y que se llamase San José, y que a la una puerta nos guardaría él, y nuestra Señora la otra, y que Cristo andaría con nosotras, y que sería una estrella que diese de sí gran resplandor" (V 32, 11).
Y ello unidas siempre a sus hermanos, entregando generosamente su vida en la oración, el sacrificio y el apostolado por lo que se refiere a los frailes.
Hace 450 años, al fundar San José de Ávila, Santa Teresa nos propuso un camino hacia la felicidad, aquella que consiste en vivir sólo para Dios y para los otros, olvidándonos de nosotros mismos por amor: "Esta casa es un cielo, si le puede haber en la tierra, para quien se contenta sólo de contentar a Dios y no hace caso de contento suyo" (C 13, 7). Demos gracias al Señor en tan feliz aniversario y supliquémosle no querer más, porque ello nos llevará a perderlo todo.