BAJKA
Sobre los lugares donde nacen mis historias
Hasta ahora he venido desarrollando mis distintas creaciones a partir de las palabras, adoptando lo escrito como fuente de inspiración y articulando, manejando el contenido semántico como origen de su consecuencia pictórica. Así nacieron las ilustraciones que elaboré para diversos libros, unas ilustraciones estrechamente ligadas al contenido de los textos de distintas editoriales –Oxford, Pearson Alhambra, Everest, y otras.
Más tarde busqué en otras páginas la historia que quería… pintar. En Wonderland me apropio de unos personajes ajenos –como sus palabras- con el propósito de contar otra historia: la mía propia.
Tras abandonar mi particular Wonderland me trasladé a un espacio de creación donde ya no buscaría las palabras ni las ficciones de otros para expresar mi inquietud artística: mis propias reflexiones me conducirán hasta su extrapolación a imagen: mis apuntes y bocetos conforman DREAMink, libro autoeditado.
Ahora traigo conmigo una mentira de principio a fin: BAJKA, que significa “Cuento” en mi lengua materna.
BAJKA no cuenta nada: aquí no pretendo representar ni trasladar relato alguno al cuadro, pues la obra no se alimenta de una idea o historia previas. Eludo como referencia cualquier posible verdad comprendida por su autor –inherente a cualquier artefacto construido con palabras- y dejo que la pintura, libremente, mienta: sin propósito final pero con un propósito continuo, de principio a fin: la mentira como herramienta del proceso creador y, a su vez, falso hilo argumental. Y como punto de partida escojo a Pinocho, el mito moderno y eterno que simboliza la mentira. Pinocho como articulado y mentiroso títere del mentiroso que lo maneja.
¿Hay más personajes? Sí y no, porque sin historia no hay personajes, pero al menos podemos ver un gato egocéntrico e indiferente a todo cuanto le rodea. Y un árbol admirado por su parte visible… del que se ignora lo fundamental, que está oculto: las raíces que lo sustentan. Y peces voladores, híbridos e inclasificables, acaso contradictorios… y un trozo de alfombra donde cualquiera puede ocultar lo que no queremos que otros sepan. Ocultar es mentir, ¿no?
Al final, y pese a huir del relato, ¿surgirá una historia? ¿Son estas mentiras amontonadas en un mismo cuadro capaces de construir un relato reconocible, una verdad?
Quizá sí. Quizá haya en BAJKA aquella verdad, como decía Picasso, que somos capaces de comprender.
Katarzyna Rogowicz
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