Narciso Maisterra nació en Palencia en 1933. Se formó en la Escuela de Artes y Oficios de Palencia, en la Universidad de Madrid y en los talleres del Círculo de Bellas Artes. En 1961 se traslada a Estados Unidos. Durante 17 años fue profesor de arte en The Wheeler School of Providence (Estados Unidos). A principios de los años ochenta se establece en Cantabria, dedicándose a la docencia y a la creación. Desde 1996 reside en Fuentes de Valdepero (Palencia). En este pequeño pueblo ha promovido la creación del centro internacional de arte que lleva su nombre, abierto al público desde junio de 2018.
En León expuso por primera vez en 2014 en la galería Ángel Cantero, una serie de desnudos y autorretratos que mostraban su realismo más intimista; en esa exposición, que tituló “el paso fugaz de la presencia”, los cuerpos desnudos de Narciso Maisterra no buscaban la perfección de los modelos, ofrecían una visión desglamourizada del cuerpo femenino; y sus retratos no eran autocomplacientes, sino un ejercicio de valiente auto terapia. Todo nos conducía a una idea: la fugacidad del aspecto del ser humano.
Sus exposiciones más recientes las realizó en el Palacio de los Aguado Pardo “Casa Junco” de Palencia, y en el Palacio de Pimentel de Valladolid. Ahora vuelve a León a la galería de arte Ángel Cantero para mostrar sus últimos trabajos en la exposición “Maisterra, retratos recientes”, donde centra de nuevo su mirada en los autorretratos y en los desnudos, masculinos y femeninos, pintados al sol, en el jardín de su estudio.
Narciso Maisterra es un ejemplo claro de lo que significa en el Arte “la libertad de crear”, de ahí su temática, y sus planteamientos compositivos. Retratos y escorzos de desnudos en posturas incómodas, con un “fiel reflejo de la topografía de la piel” según sus palabras y una fidelidad a la anatomía deslumbrantes. Modelos y su propio cuerpo reflejados en sus cuadros de tamaño uniforme, inusuales e innovadores retratos en su jardín, “manchados” por las sombras de la vegetación circundante en contraste con el abrasador sol veraniego.
Nos encontraremos en la exposición con trípticos y polípticos que se organizan como retablos de varios retratos agrupados del mismo modelo, hombres o mujeres que superan los 50, conformando así una obra completa de cada uno de ellos. Entre estas obras nos encontraremos con una composición de ocho cuadros de una figura yacente con la cabeza apenas visible, realizados en el jardín de su museo en Fuentes de Valdepero. Todas las obras están realizadas sobre papel de 70 x 50 cm, en óleo o en pastel, ejecutadas en horizontal ya que el pintor, después de un accidente de coche no puede trabajar sobre caballete. En definitiva, pinturas intensas, sinceras y descarnadas.
A principios de marzo de 1961 un joven de 28 años nacido en Palencia (España) presentaba en la Robertson Galleries de Portland (Maine) su primera exposición individual en Estados Unidos. Un periódico local encabezaba su crítica refiriéndose a su «sonrisa contagiosa» y a «sus manos talentosas». 57 años después, ese mismo joven, con muchos años más de experiencia pero con la misma sonrisa contagiosa y con aún más talento, presenta su obra reciente.
Estamos ante un artista complejo y de trayectoria poco común. Se formó en los años cincuenta en el sistema español de educación artística tradicional. Trabajó durante 20 años en Estados Unidos como profesor de arte, coincidiendo con la eclosión del arte pop, el hiperrealismo y los nuevos comportamientos artísticos. Siempre ha navegado entre la revisión de la tradición barroca española y el acercamiento a las nuevas tendencias artísticas. Y siempre ha navegado solo, independiente.
El tiempo ha acentuado aún más su individualidad originaria. Ha sido un solitario en un siglo de siglas, según la expresión acuñada por el crítico de arte Juan Manual Bonet. Los movimientos de vanguardia, por naturaleza, colectivos, normativos y programáticos, no pueden comprenderse sin los heterodoxos. Maisterra ha asistido al nacimiento y desaparición de muchos movimientos de vanguardia. Su obra ha sido contemporánea pero sin desearlo.
La auténtica contemporaneidad carece de impostación. En un primer acercamiento, el espectador se halla ante obras sencillas e inquietantes. Tranquiliza la familiaridad de la factura académica y la técnica tradicional pero su contemplación prolongada incomoda. Así, los autorretratos de hombre anciano desnudo nos recuerdan qué somos y cómo acabaremos, en el mejor de los casos, nuestra vida. Maisterra no nos ofrece respuesta alguna. Solo plantea preguntas.
El filósofo Javier Gomá, se refiere en el capítulo «Humana Perduración» del ensayo La imagen de tu vida a dos modalidades de perduración humana: la imagen de la vida y la obra artística. En algunos casos, ambas se alían, produciendo simultáneamente una vida ejemplar y una obra extraordinaria: «Y así, aunque el cuerpo del artista se corrompa un día, exactamente como el de los demás hombres y mujeres destinados a morir, su alma sobrevive en el cuerpo resucitado de su obra artística, donde disfruta ya en este mundo de la gracia inaudita de una mortalidad prolongada».
Raúl Fernández Sobrino
Director Museo Narciso Maisterra
Fuentes de Valdepero (Palencia)
[Fragmento del texto de presentación del catálogo Retratos en el jardín del silencio.]
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