Existen obras pasmosas, asombrosas, desconcertantes que condicionan definitivamente nuestra relación con el mundo. De quedarnos únicamente con dos obras de este Panteón imaginario tendríamos, con total seguridad, a Malevitch y van der Weyden.
¿Qué relación guardan entre ellos? Malevitch está presente en van der Weyden o viceversa, no importa. Comparten retórica, afición por lo sublime, por el color rojo, porque se trata de eso, la afición por la sangre de la crucifixión y por la belleza en sí.
Rojo = belleza = sacralidad.
Luego están el blanco y el negro, o el día y la noche, la luz y su ausencia.
¿Lo tenemos todo? Siguen faltando aquellas cosas, esos cuerpos en movimiento que se posan de vez en cuando, se sobreponen a menudo, cargan con su imagen como se lleva un velo...
Aprende con ello que desde la superficie de los cuerpos se escurren sin cesar finos tejidos, imágenes impalpables.
Lucrecia, De natura rerum, libro IV.
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