César Sancho quiere que nos dejemos llevar a través de su locura, dejando a un lado la continua búsqueda de lógica de lo que se nos muestra ante nuestros ojos. Propone evadirnos de lo que a priori nuestro cerebro entiende, e ir más allá. De esta manera nos introduce en su mente y vemos a través de su incoherencia. De su delirio.
Y si eso sucede y logras dejar la racionalidad a un lado, podrás viajar a través de colores, formas y trazados que te envuelven en una espiral demente, de sombras y oscuridad, y por qué no, imágenes atormentadas de la mente de un artista. Simbología, materiales reciclados, piezas únicas, que nos trasladan a un ambiente hospitalario, medicinal, sagrado. Cajas que encierran pensamientos turbados como si de un cerebro encajonado se tratara. Escenarios fundidos al negro; huesos, vendas, cruces, cuerdas. Un caos en penumbra meticulosamente ordenado, como en un acto litúrgico, para mostrarse de la manera en que lo veis.
César nos presenta su visión de lo artísticamente perfecto. Con este conjunto de piezas nos muestra el delirio de un creador que busca la coherencia a través de su obra. Una coherencia que se manifiesta en la conexión que establecen las piezas expuestas que incluso parecen salidas de las pinturas presentes. El delirio del artista es la cordura de su obra. Esa obra que una vez terminada, hace que el delirio desaparezca.