Ignacio Ruiz de Arcaute identifica su obra con una pintura impresionista con golpes de pintura naif. Es una obra original que no parte de ninguna referencia artística. “Todo lo que plasmo está en mi mente quizás guardado hace muchos años, quizás en los nuevos tiempos. Traslado a la tela mis sentimientos y mis intimidades y como si de un medicamento se tratara, después de crear me siento mejor”, asegura el autor.
El artista no quiere conseguir la perfección sino que la obra muestre sus imperfecciones, que se note que está hecha a mano, por eso no utiliza reglas ni técnicas, ni medita los trazos y los colores.