Pasear por Toledo es uno de los mejores placeres de esta vida. Siendo extranjero permanente, turista ocasional, ávido vividor de sus calles o visitante colindante en marcados días, lo cierto es que esta ciudad presenta ecos de un poderoso pasado a la vez que un presente conformado por nuestras propias huellas. Lo malo es que, quizás a veces, el habitual caminante no sepa mirar esta antigua capital como se merece. Pero imaginar sus recovecos, soñar con la delicadeza de sus calles y sentir cómo nos acercamos a su fugacidad es fácil con Samantha Herrera.

Con nocturnidad y alevosía es una exposición conformada por 8 fotografías de una autora que se acerca al paisaje urbano desde la distancia, que enfoca allá donde la belleza resalta de manera natural y que da la oportunidad al público de asomarse, a la vez de casi enclaustrarse, a diferentes ciudades desde perspectivas escondidas. Como excusa para presentar esta muestra nos sirve Toledo pero, para continuar, Herrera nos propone un trayecto que ensalza varios puntos de España, emplazamientos únicos mezclados con su habilidad para contarnos algo más que un simple momento. Uniendo lo que una vez hubo en estos escenarios, recorridos con la seguridad de un disparo lleno de paciencia, junto a algunas dosis de soledad, aparecen estas grandes estelas a modo de trabajos fotográficos heredados de los minutos dedicados a su nacimiento.

A la joven fotógrafa no le acompleja despojar de sus colores originales a las ciudades. Combate su visión a través del objetivo con calculadas y necesarias exposiciones en blanco y negro, confesando que “el color en este tipo de fotografía muchas veces nos distrae de los más importante; la acción que ocurre o que simplemente no está ocurriendo”.

Con sus trabajos, el tiempo no se detiene, sino que simplemente sucede y se reemplaza por obras de arte en ciudades como Toledo, Zaragoza, Cuacos de Yuste, Madrid, Coruña y Gijón. En sus fotografías, parece reinar un silencio oculto entre obsoletas multitudes o minúsculos detalles anafóricos con los que sabe jugar para atraernos la atención. A veces majestuosas, otras en dosis de pequeñeces, pero siempre dejando espacios en los que introducir una parte de nosotros mismos, esta serie de fotografías son sinónimo de un viaje que ha pretendido capturar instantes nocturnos, a perfectas sabiendas de que “siempre quedará un lugar nuevo que visitar o una persona que nos descubra ese rincón mágico”.

“Hay pocas cosas que me llenen tanto como salir a dar un paseo cámara en mano, atenta a esos detalles que normalmente nos pasan desapercibidos”, comenta Samantha Herrera, invitando al público, con nocturnidad y alevosía, a ser testigo de sus furtivos encuentros en distintas urbes. Quizás perdernos en sus propuestas fotográficas sea la mejor proposición de nuestro ajetreado día a día.

Amanda H C