Cuantas veces una vieja postal o fotografía, una luz, un color, una olor nos transporta a otro lugar, a otro tiempo, a nuestros recuerdos. Una ciudad puede contener todas las ciudades, las que hemos visitado y las que nos quedan por descubrir. Ciudades que no son lo que parecen, fragmentos de ciudades, fragmentos de nosotros mismos.

Las ciudades como metáfora de la multiplicidad de tiempos diferentes, donde conviven estratos temporales múltiples, restos sobre restos, posos, rastros de otros momentos... Ciudes que se suceden una sobre la otra, sobre el mismo suelo, como las capas de un cuadro.

Reconstruir, rehacer, volver a construir. Nunca será exactamente el mismo, será nuevo, pero no como antes. El collage, el desgarro, la belleza del fragmento, la poética que lo envuelve. La fragilidad del papel, la capacidad de preservar y a la vez tan vulnerable. Las contradicciones entre figuración y abstracción, tan lejos y tan cerca la una de la otra, las nuestras propias... Siempre me ha gustado moverme en este umbral donde puede suceder de todo. Sin límites.

Aquí siempre es otro lugar, como “ciudades fuera de mapa”.

Carme Aliaga