Crecemos y dejamos cada vez más atrás nuestra infancia. Miramos a los niños disfrutando alegres del estío. Podemos reconocernos en ellos, pero no podemos evitar mirarlos con nostalgia, porque sabemos que ya no podremos volver atrás. Pero la melancolía está en los que miran no en los que juegan. La infancia y sobre todo los veranos de la infancia, se han convertido para nosotros los adultos, en paraísos perdidos. A pesar de ello, su luminosidad nos acompaña, incluso aunque apenas podamos recordar esos años.
En los cuadros de esta serie aparecen niños absortos en sus actividades veraniegas. Se muestran naturales y llenos de vitalidad. Sin embargo algo subyace. Y es que a pesar del evidente realismo, las imágenes se alejan de lo fotográfico. Lo más construido convive con el dibujo, el collage y la mancha abstracta. Los recursos pictóricos conforman una especie de realismo subjetivo que incita a la memoria poética.
La exposición “El verano invencible” busca la empatía del espectador, le invita a buscar en su experiencia vital. Pero como he señalado antes, la mirada adulta no es ni objetiva ni ingenua y carga a unos simples juegos infantiles de su comprensión existencial. Sin embargo, a pesar de la posible melancolía, es inevitable dejarse llevar y ser, por un breve instante, uno de esos niños. Entonces el verano invisible de nuestra infancia demuestra ser, aunque sea por un momento, verdaderamente invencible.
Pilar López Báez
Horario: martes a viernes 18 a 21 h / sábado 12 a 14 - 18 a 21 h y horas concertadas
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