Emma Fernández explora las posibilidades de la tecnología aplicada a la imagen desde la plástica de la pintura, transmitiendo al espectador una complejidad y riqueza visual que el dominio de la herramienta informática por sí misma no puede ofrecer.

El uso que Fernández hace de las gamas cromáticas terrosas y de la calidad del claroscuro hacen eco de la tradición barroca de la pintura española. El soporte, así como la herramienta, adquieren una categoría pictórica. En sus retratos, clásicos y contemporáneos a la vez, casa fotografía y pintura; arte y tecnología.

“Las flores del mal”

 Desde el eco de los poemas malditos de Charles Baudelaire “Las flores del mal”, Emma Fernández Granada evoca poesía, revelación, mística, la sensualidad del barroco y el misticismo literario en un mismo tándem, para abusar del detalle y de las armonías rítmicas en la creación de volúmenes en femenino, que orientan su forma hacia la fluidez (la mujer es cualitativamente curva, sugiere llena/o, abierta/o, dinámica/o, movimiento).

 Utiliza la figura femenina como icono recreándola desde el gesto lúdico de vestir o desnudar, a modo de vibración residual de la forma de su origen, para descubrir la carnosa manifestación de lo humano bajo lo excesivo de sus ropajes, que funcionan en este caso como tabú por lo que prohíben y esconden, provocando un incremento de valor en la narrativa de la obra de esta artista.