El silencio en si, es una ilusión, ya decía John Cage, que no existe tal cosa. Tan solo en el vacío del espacio exterior, donde las olas de aire no se propagan, podríamos hablar de un silencio verdadero. Aun así, éste, permanece inaccesible para el hombre, siempre sujeto a su entorno, un entorno que, por mucho que nos esforcemos, permanece azotado constantemente por todo tipo de sonidos que rompen este silencio.
A pesar de este imposible, como sociedad hemos construido espacios, lugares y situaciones en las cuales experimentar, activar o delimitar el que entendemos como convención social por silencio. Por impreciso que pueda ser este silencio, hemos conseguido generar la ilusión de su existencia en habitaciones, espacios privados, estudios de grabación, etc.
Este proyecto parte de la idea del silencio como espacio construido, como elemento que delimita y enmarca situaciones, escenas, espacios y, especialmente, el silencio interpersonal como espacio limítrofe en la construcción de las relaciones íntimas.
Más allá de la reflexión sobre el hecho sensible o íntimo, este proyecto, que parte del hecho sonoro, pretende alejarse de él. A menudo el Arte Sonoro se encuentra abstraído referenciándose a si mismo, escrutando los aspectos fenomenológicos de éste. En esta propuesta, es inevitable recaer en esto a través de la misma reflexión sobre el silencio y a través de la selección de los materiales escultóricos.
Éstos, son materiales utilizados habitualmente para aplicaciones acústicas y de insonorización o aislamiento acústico. Sin embargo, el sentido final de esta pieza es entender el silencio ya no desde una reflexión arraigada en John Cage, sino, cómo el silencio es, en un contexto social y cultural, un elemento fundamental y muy a menudo, olvidado.
La instalación
La obra es un montaje instalativo que consta de cuatro cilindros de fieltro blanco suspendidos enmedio del espacio expositivo. Cada uno de esos cilindros esconde en su interior un sistema de altavoces que nos permite escuchar una composición sonora creada a partir de una idea de silencio.
La composición está formada por sonidos extraídos de tocadiscos estropeados, cintas de cassette magnéticas en blanco, silencios acústicos y elementos sonoros extraídos de finales de canciones y de música popular. Se trata de una amalgama de muestras de sonido que evocan la idea de silencio pero que no necesariamente lo son.
A la vez, el sistema de altavoces está controlado por un software que analiza los niveles de decibelios que hay en la sala. Si en la sala hay demasiado ruido, la composición sonora pasará a ser inaudible, si guardamos silencio y lo mantenemos, podremos escuchar cómo la composición, tímidamente, se nos revela al oído.
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