Semíramis González, comisaria e historiadora del arte:
Decía Kerouac que el camino que realizamos a diario es la vida misma, con “nuestras maletas maltrechas apiladas en la acera nuevamente” y con “mucho por recorrer”. Partiendo de esa idea de camino, el trabajo que Helena Toraño (Llanes, Asturias, 1984) presenta en Art Mustang viene a concretar las ideas pictóricas desarrolladas en sus dos últimas series: desde la contemplación y serenidad de “Las horas libres” al protagonismo absoluto de la figura humana en “Top secret”. Ahora bien, “Viento a favor” plantea una nueva dimensión de ambas ideas, como si se hubiera llegado al final de un camino y se abriese otro. Así lo vemos en un uso de la temática que incorpora nuevos elementos, como los paisajes abiertos, las playas o la importante presencia del cielo sobre las protagonistas de los lienzos. No se abandona, sin embargo, esa sensación de misterio con unos personajes escondidos, que se dejan entrever pero nunca observar completamente.
La aparición del mar podría parecer una evolución natural del trabajo de Toraño, ya que si en otras ocasiones los frondosos verdes habían sido el escenario de cada obra, ahora el mar no podía serlo menos, sobre todo si pensamos en el origen de la artista, Llanes, famoso enclave por la riqueza natural tanto de bosque pero sobre todo de sus playas. En series anteriores suyas, como en “Buen otoño nos espera”, la artista había incorporado ya algún elemento de referencia marina pero no con la absoluta presencia que adquiere ahora.
En el tríptico central de la exposición son evidentes las influencias de un Botticelli traído al presente, convirtiendo el espacio del bosque de “La primavera” en un paisaje actual donde también se baila y hay lugar para el deleite, el relax e incluso la música. Se trata casi de un homenaje a una de las más icónicas obras del maestro italiano que la artista miraba una y otra vez en los libros en su infancia. La sinestesia es otro de los elementos que Toraño aborda en su trabajo; su cercano vínculo con la música, donde también desarrolla su labor creativa, le lleva a incluir el sonido en sus pinturas a través de discos que imaginamos están escuchando las protagonistas. La artista misma reconoce que en muchas de sus obras ha habido un intercambio de influencias, partiendo de lo visual para muchas canciones y viceversa, siempre con la idea de mostrar otros mundos posibles a partir de lo optimista, el color y la influencia pop.
La disposición en el espacio expositivo de Art Mustang genera unas composiciones a base de dípticos y trípticos que perfectamente funcionan de manera individual, pero que la artista ha preferido destacar tanto vertical como horizontalmente. Son composiciones de dos y tres, donde si el paisaje general es el protagonista en uno de los lienzos (con una misteriosa figura femenina que se despide), en otro, el detalle de algunos elementos vegetales ocupa todo el espacio.
“Viento a favor” reclama precisamente la idea del viaje como huida pero también como reencuentro. Lejos de un dramatismo en el tratamiento del tema, Toraño alude al mar como lugar de despedida y concurrencia. Es justamente también este un elemento muy propio de quienes han crecido en lugares de costa, con el mar como protagonista de la idiosincrasia de un lugar pero también con el recuerdo de quienes se marcharon y volvieron. La estética naif, pop y colorista de las obras de Toraño tiene una reminiscencia cinematográfica innegable, que es traída al presente en esta serie evocadora, optimista pero también cargada de un misterio que entrevén esas figuras a las que no acabamos de ver del todo. Un “Viento a favor” que nos permite asomarnos a otros mundos posibles a través de este excelente trabajo en Art Mustang.
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