“La muerte por megafonía” es una instalación sonora que representa, a través de la fuente de sonido, el hecho devastador de la muerte como elemento cotidiano. Construida a partir de una composición, “Mucha atención, vecinos” (2011), que se nutre de paisajes sonoros recogidos en la pedanía de Cabezo de Torres (Murcia) y distintos tanatorios de Murcia, nos permite reflexionar sobre los singulares casos de avisos de enterramiento que actualmente perviven en algunas pedanías de la ciudad de Murcia y otros pueblos de nuestra Región.
Estos rasgos sociológicos de difusión no son particularidades propias de un solo pueblo. Con diferente idiosincrasia se producen hechos similares por la geografía española, donde también se avisa del fallecimiento de los vecinos con un sistema de megafonía “andante” (coche o furgón), que se une a las señales de las campanas que doblan por los muertos.
Estas grabaciones, iniciadas a partir de unos estudios sobre fonografía, van desde lo particular a lo general, y tratan sobre el concepto español de la muerte, de la conciencia colectiva sobre ella a partir de la tradición católica que perdura vivamente en nuestra época actual, y que, aún en decrecimiento, no ha desaparecido, sino que se ha transformado gracias al desarrollo tecnológico que nos permite ampliar y acelerar el proceso de difusión de las noticias de mortandad.
Lo singular de este tipo de información (urbana y rural al mismo tiempo) que se transmite directamente en la calle es que son pregones, para ser más exactos, pregones de la muerte que usan la megafonía como elemento eficaz de difusión.
Una de las cláusulas prioritarias que los ciudadanos tienen contratadas con los Seguros (los gestores de las formas actuales de enterramiento) es el derecho al aviso para difundir la muerte del familiar. Apenas hay diferencias entre compañías, tal vez en el enunciado y la jerarquización de la información: lugar del tanatorio velatorio, iglesia, día, hora y lugar del enterramiento.
Los avisos suelen realizarse a las pocas horas de la muerte, y lo más singular de estos anuncios es la parte que corresponde a los “motes” de los difuntos, ya que junto a la ubicación y el horario, lo más importante son los pseudónimos (algunos heredados de padres y abuelos). Dichos apodos son la pieza fundamental de este tipo de anuncios por ser considerados la principal fuente de información, pero en pocos años esta tradición desaparecerá. Los motes están en fase de extinción, y las formas evolucionarán a la par que el desarrollo tecnológico.
El aviso para los entierros suelen recorrer todo el municipio, aproximadamente durante una hora, siempre según lo contratado. Y aunque no hay muchas diferencias, guarda relación con el poder adquisitivo del fallecido o familiares, pues la información con megáfono suele repetirse, en ocasiones el mismo día o al día siguiente.
Es necesario aclarar que dichos avisos no siempre se producen por fallecimientos, sino también para recordar los aniversarios por defunción, invitando a la asistencia para las misas-homenaje, una diferenciación entre religiosidad y ateísmo.
Una de las maneras de comprender España es a través de la escucha profunda y activa de nuestra sociedad, incluso en la forma que tenemos de enterrar a nuestros muertos. El clasismo no desaparece con la muerte, ya que los menos favorecidos no suelen realizar (e informar por megafonía) misas para recordar a sus muertos.
Mediante los sonidos (que son patrimonio inmaterial de todos) nos comprenderán en el futuro.
Sergio Sánchez
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