“Resulta de interés sobre todo por los retos que el artista se plantea en el uso subjetivo y libre de los elementos plásticos en una pintura del paisaje que resulta de un peculiar y acomodaticio eclecticismo, tanto en tendencias, como en materia y estructura compositiva”.
“Un pintor que utiliza recursos del impresionismo en colaboración con gestualidades de abstracción e incorporación de materia en, a veces abundantes, "relieves de albañilería", así se les definió, propios de los informalistas europeos en sus "matter painting". La materia grumosa es difícil y peligrosa de manejar, como un explosivo, en pintura, sobre todo si es en un paisaje sugeridor de poéticas y líricas evocaciones de la naturaleza por muy incógnita que sea. Otra cosa son los paisajes desérticos, volcánicos, primigenios, sin duda más necesitados de matéricas densidades telúricas”
“En resumen, a mí me interesa la pintura de Fernando Palacios, lo que intenta, lo que consigue y lo que puede conseguir”.
Rubén Suárez. Crítico de Arte
“De un modo que emparenta esta obra con la de otros pintores de lo que podría llamarse naturaleza abstraída –algunos de los más conspicuos, por cierto, asturianos–, Palacios se mantiene en esa zona de ambigüedad entre la ventana y el portaobjetos, la vista de pájaro y el detalle vegetal, el suelo y el mapa, seguramente con la intención final de dejar ver ante todo pintura; una pintura en la que han sucedido todo tipo de alteraciones capaces, a su vez, de alterar los procesos del espectador provocando en su interior (que también es un medio natural al fin y al cabo) emociones, recuerdos, evocaciones”
“Lo de menos, al final, es si esos paisajes son mentales o externos a la mente, macro o microscópicos, recordados o soñados, figurados o abstraídos”.
“Ese misterio o desconocimiento último sobre los límites entre la naturaleza que representa y la naturaleza representada. Y con un enigma añadido, como a veces sucede también en los paisajes Nazca, el land-art, donde brota un elemento que no puede de ningún modo deberse a los azares de la naturaleza aunque ya sea naturaleza: un punto y una raya; ese gesto que Fernando Palacios repite en varios de los cuadros como la intromisión de una señal, un mensaje o un símbolo indescifrable que ha pasado a ser naturaleza (es decir, pintura) pero que remite también, más allá de la pintura, al misterio de la autoría y de la creación artística. Igual que un paisaje que contuviese en él su propia firma”.
Juan Carlos Gea. Escritor y Crítico de arte.
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