Heridas, fronteras, utopias...
Una exposició de Joan Callergues
Ciclo Metáforas sinestésicas.
Espai Cultural Obert Les Aules. Diputació de Castelló
Marte Modern Art Experiences comisaria de la temporada del ECO. Las aulas dedicada a las experiencias sinestésicas, inician el ciclo con una exposición de Joan Callergues que plantea un problema que es crucial para analizar no solo como producimos los objetos que significan (prácticas significantes), si no también como los interpretamos.
Heridas
¿Puede una obra de arte hacernos sentir el miedo, el dolor? ¿Puede impulsarnos hacia la superación, la solidaridad y la comprensión? ¿Puede el arte ayudar a cicatrizar esta herida que como sociedad tenemos abierta?
Son la herida, decía Aute en una canción. La palabra que tanto cuesta pronunciar: la herida. Ésta que al fin y al cabo, supone un orgullo. Ésta es la que nos muestra Joan Callergues. Si una herida de dolor que significa que nuevos tiempos se acercan. Una herida de dolor que representa nuestra lucha vencida. Una herida de dolor que, como dice el antiguo arte japonés Kintsukuroi, muestra nuestra mayor fortaleza.
Y es que las cicatrices inborrables de una cosa rota y reconstruída (como muchas de las obras de Callergues), son un símbolo de fragilidad y de fortaleza. Y de belleza. Porque el arte de mostrar las heridas es la mejor actitud delante de la vida.
Entre la afanosa multitud de metáforas que relacionamos con la vida, la de la cicatriz es una que nos afecta a todos. El mundo se encarga de rompernos, de llenarnos de fisuras, y es allí donde Joan Callergues encuentra un abanico de posibilidades, donde ve en la herida una ocasión para enfrentarnos al mundo. El poeta persa Rumi decía que “la herida es el lugar por donde entra la luz”.
Joan Callergues manifiesta la necesidad de plasmar el carácter tangible de esta herida en un objeto, por tal de crear un símbolo que despierte la consciencia del público delante de la oportunidad de coserla y volverla cicatriz.
Fronteras
No nos quedamos aquí, buscamos la causa de alguna de estas heridas. Callergues la encuentra a la frontera interna, externa, como concepto y como conflicto.
Las creaciones de Callergues son filtraciones fronterizas, insterstisticis físicos divisorios, arte entre los muros y entre los bloqueos ideológicos. Más que una izquierda directa, un corte, un espacio entre “nosotros” y los “otros”, las piezas que se muestran evidencian un romper, una fisura en nuestro entorno, que nosotros vamos interiorizando.
A las regiones fronterizas el miedo se transforma, pero si nos atrevemos a pasear, a traspasar, la frontera se ve como una construcción metafórica y tangible, como una búsqueda, una latitud generadora de cultura.
En este territorio es donde habitan los detonantes de la creación, las derivas, los recorridos. Es un espacio de experimentación en si mismo, un hábitat con una carga simbólica e histórica identitaria.
Utopias
El paso siguiente es hablar de la utopía. Generalmente el término es considerado como sinónimo de fantástico, de aquello meramente imaginario, inexistente, irreal o inalcanzable. En la obra de Callergues, la utopía es necesaria para sobrevolar (con nuestras alas) las fronteras, superarlas y curar las heridas, aunque el propio deseo irrealizable abre otras sobre las antiguas cicatrices, como si la vida fuera un ouroboros. Hablar de Utopia es hablar de un territorio que pertenece a los sueños, a la esperanza y a los deseos. A la exposición se crea un espacio donde estos sustantivos conviven con razonable tolerancia entre si.
La misma necesidad de expresión artística se presenta como un deseo, estimulado de muchas maneras por el mundo exterior. Hay un imaginario de naturaleza social, fuente de deseos, que provoca en el artista un inconformismo tal como este imaginario que pasa de desear, aunque sea de manera subconsciente, un cambio. Es claro, que el proceso de la formación de este deseo, implica un proceso mucho más complejo, capaz de conducir a la estructuración de un proyecto como este, que, en función de una articulación entre el sentir del individuo y la sociedad como un todo, funciona como un detonante para el origen de una utopía particular.
En su elaboración, las utopias de Callergues, de una manera o de otra, practican una denuncia, elaboran un diagnóstico y diseñan una propuesta. Desde la perspectiva de su estudio analítico, la utopia también ejerce un poder sobre el carácter individual, en la medida que el no lugar al que hacen referencia, remita un a lugar en la interioridad del espectador.
Es decir, las utopias de Callergues son la manifestación de una energía que canaliza posibilidades en el orden simbólico por medio de una voluntad individual que muchas veces se transforma en una voluntad colectiva. Es una energía propia del artista, del soñador, del revolucionario. Pero está presente también de manera implícita en nuestro comportamiento cotidiano, el que acaba por provocar sentimientos de empatía. La obra de Joan Callerges parece proponerse la apropiación de esta energía por tal de convertirla en un instrumento de transformación reflexiva, mediador, objetivo y modificador, tanto en temas individuales como colectivos, reanudando así aquello que parecía ser una meritoria operación de la ficción y recubriendo la coherencia íntima de la utopía.
Cuando pensamos que todo está dado, no hacemos nada para cambiar y por tanto, nada cambia. Dejando fuera a la utopía dejamos fuera toda posibilidad de ser diferentes.
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