Valter Vinagre
Nacido en Avelãs de Caminho (Anadia, Portugal) en 1954, Valter Vinagre estudió fotografía en AR.CO (Centro de Arte y Comunicación Visual, Lisboa) entre 1986-1989 y comenzó su recorrido como fotógrafo a finales de los años 80 del siglo XX, realizando exposiciones individuales y participando en muestras e iniciativas de carácter colectivo. Iniciándose con una fotografía cercana al registro documental, su trabajo pasó a interiorizar un ejercicio más reflexivo sobre la imagen, creando discursos sobre los significados asociados al paisaje, al viaje y la ciudad.
En esta exposición el fotógrafo entra en un territorio ocupado por una "tribu", una comunidad de "salvajes"; pacíficos, e inmersa en una gran fiesta colectiva, donde se desplaza como quien hace observación etnográfica espontánea, sin propósitos científicos. Sabemos que no forma parte de la fiesta, que la fiesta no es suya y está allí sólo para observar, porque las 35 fotos muestran que hay una distancia irreductible entre el ojo del objetivo y lo que él ve. No es la distancia del espía o del voyeur (esas dos figuras de la pulsión escópica: la primera, por deseo de saber; la segunda, por deseo erótico perverso), pero la del intruso discreto que respeta la fiesta y sus agentes. Este respeto está bien marcado: las fotos no revelan ninguna violencia ejercida sobre su objeto, dan a ver lo que se muestra ostensiblemente, sin penetrar en lo que era para permanecer escondido: todo lo que vemos en estas fotos no va más allá de las escenas creadas, promovidas y consentidas en el marco de la fiesta, de sus códigos y reglas.
En resumen: no hay aquí más voyeurismo que aquel que es consubstancial a la propia fotografía (Susan Sontag ha vencido la dimensión "pornográfica"; de la fotografía, en su relación voyeurista con el mundo). El fotógrafo intruso respeta la acción festiva; y la "tribu"; de gente diferente casi parece ignorar al fotógrafo: son muy raras las fotos en las que alguien mira a la cámara y muestra que se siente fotografiado. Aquella fiesta, a diferencia de muchas otras que parecen realizarse para ser duplicadas y difundidas en la representación fotográfica, ignora soberanamente el dispositivo de la fotografía y la captura de imágenes. Es una fiesta pre-moderna, regresiva, de un paganismo antiguo.
Es fácil percibir que se trata de un acontecimiento festivo de gran dimensión y de carácter comunitario, es decir, fundado en un sentimiento de pertenencia a un mismo ideal, apto para la creación de espacios utópicos temporales, de éxtasis y comunión, que se sustraen al continuum de la historia y a la homogeneidad del espacio social y cultural. La fiesta que estas fotografías muestran presupone una comunidad dotada de un lenguaje unitario y orgánico. No conseguimos vislumbrar a nadie que esté fuera de ella, que marque una diferencia con respecto a ella. Aparentemente, todo el mundo participa del mismo ethos festivo.
Debemos observar que no hay una sola fotografía que nos informe qué fiesta es ésta y dónde y cuándo se da. Aparentemente, son inexistentes en todo el territorio de la fiesta inscripciones visibles que lo nombren. Por lo tanto, si queremos obtener esta información de registro de identidad, de buscarlas en otro lugar, recurrir al testimonio extra y privado del fotógrafo, que no lo quiso inscribir en la obra.
Textos: Antonio Guerreiro
Comisariado: Rui Prata y Paco Salinas
Coordinación: Paco Salinas
M-V de 10 a 14 y de 17 a 20h. S-D de 11 a 14h
en Facebook esta exposición | comparte en Twitter esta exposición | Como llegar |
|
TODAS LAS EXPOSICIONES DE ESTE ESPACIO
|