Carlos de Haes (Bruselas,1826-Madrid,1898), pintor y grabador, considerado por los historiadores del Arte como uno de los grandes renovadores del paisajismo moderno del siglo XIX en España y en Europa, nació en Bélgica, aunque desde los nueve años vivió en Málaga por traslado de su familia. Aquí recibió su primera formación artística de mano de Luis de la Cruz (1776-1850), pintor de Cámara de Fernando VII, asentado en ella, y con 24 años viajó a su tierra natal, donde conoció al paisajista Joseph Quinaux (1822-1895), que tanto le influyó en su posterior trayectoria de pintor de la naturaleza, así como estudió a los maestros flamencos del paisaje y conoció a los artistas europeos que participaban en los Salones de Bruselas y las nuevas tendencias del arte de las escuelas de pintura de Namur y de Barbizón (París) y la renovación del género del paisaje y la pintura al aire libre.

En 1857 ganó las oposiciones de la Cátedra de Paisaje de la Escuela Superior de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, desde donde influyó ampliamente en la generación de pintores españoles con una estética más cercana a la realidad y al naturalismo en el paisaje.

En la historia del arte del grabado en España ocupó igualmente un destacado lugar, pues Carlos de Haes introdujo la figura de pintor-grabador, “nueva  categoría artística establecida en Francia en el segundo tercio del siglo XIX a la que queda inseparablemente unida un nuevo tipo de artista  el aguafortista, quien entiende al arte de la estampa con ideas distintas a las del grabador profesional de talla dulce, otorgando nuevos valores y libertad para la estampa y el grabado al aguafuerte de creación, anticipándose a la futura modernidad estética y el arte gráfico contemporáneo”, como subraya la profesora Carmen Guerrero (Universidad de Jaén).

Carlos de Haes fue miembro de La Societé des Aquafortistes, desde su creación en París (1861), publicando en su revista, y al mismo tiempo contribuyó al renacimiento del grabado en España en el último tercio del XIX, con su colaboración en la revista El Arte Español (1862-1869). Pese a ello, su obra grabada estuvo poco difundida y resulta poco conocida. De ahí, el propósito que ha guiado a la Sociedad Económica de Amigos del País de Málaga de organizar la presente Exposición -realizada con la colaboración de la Diputación Provincial de Málaga- y dar a conocer la obra gráfica y artística de Carlos de Haes, como maestro y grabador de la naturaleza. Los Amigos del País, conocedores de la existencia de tres carpetas de grabados que contenían 54 aguafuertes de Carlos de Haes en el “fondo histórico” del Museo de Jaén, con el título Ensayos de grabado al agua-fuerte, quisimos darlos a conocer en Málaga, por los vínculos (formación y residencia) de nuestro pintor-grabador enraizado en Málaga y por su valiosa proyección en el ámbito español y europeo.

Esta Exposición, que es hoy una realidad gracias a la autorización del Ministerio de Cultura y al apoyo de Doña Francisca Hornos, directora del Museo, cobra importancia por reunir y mostrar por vez primera la serie completa de los 54 aguafuertes de la Calcoteca giennnense, procedentes de la Calcografía Nacional y Escuela Nacional de Artes Gráficas, que los envió a principios del pasado siglo (1911-1915) para formar parte de los fondos del nuevo Museo que se inauguraría dos años más tarde.

Los motivos de los 54 aguafuertes de Carlos de Haes, paisajes de una gran diversidad geográfica (Países Bajos, Asturias, Castilla, Aragón, el Levante español, Andalucía…) y temática (mar, costa, montañas, caminos, casas rurales…). Representa una satisfacción para los Amigos del País – inmersos en la celebración del 230 Aniversario de nuestra fundación (1789-2019)- organizar esta Exposición de Carlos de Haes, pintor- grabador malagueño, porque nos permite seguir promoviendo cultura y arte en Málaga, con el apoyo de la Diputación. El paisaje artístico es expresión de la biodiversidad y así nos lo testimonian estos grabados, con este lenguaje formal tan diferente como a la vez creativo y artístico.

Carlos de Haes nos facilita otra manera de “leer” la naturaleza, las personas y los paisajes de España en el último tercio del siglo XIX y, observándolos, sin duda iniciaremos -o rea?rmaremos- el aprendizaje de cómo el hombre interactúa con el medio natural.