La muestra presenta dos universos fotográficos que convergen en torno a un mismo escenario: Perú. A través de las imágenes de la exposición se hacen visibles dos aproximaciones que, a pesar de la diferencia en el tiempo, comparten pasión y admiración por la cultura peruana. Los comisarios de la exposición son Alicia Ventura y Alejandro Castellote, que fue comisario de la primera muestra de Martín Chambi realizada en España en 1990 y de la exposición y el libro “Perú, Viaje al Sol” de Juan Manuel Castro Prieto.
Martín Chambi (Coaza, 1891 – Cuzco, 1973) presenta algunos de los paisajes y retratos que le han dado fama mundial junto a fotografías nunca antes exhibidas. Son imágenes a las que el paso de los años ha aportado una pátina de ecos literarios: hablan de una sociedad en que las tradiciones prehispánicas conviven con la llegada de la modernidad a la antigua capital del Imperio Inca; retratos individuales y de grupo con un rico trasfondo sociológico que despliega la complejidad de la sociedad peruana de principios del siglo XX. Por el contrario sus paisajes y escenas de la vida rural tienen una poderosa carga poética que emana de los vestigios de la cultura inca y del exquisito respeto con el que Chambi fotografía a las comunidades quechuas de la región andina del Perú.
La obra de Martín Chambi contiene una gran yuxtaposición de niveles de lectura e interpretación; en ella conviven la documentación de corte antropológico y la soberbia dignidad que proyecta a los personajes que retrata. El gran maestro de la fotografía latinoamericana fue simultáneamente un fotógrafo indígena, fotógrafo de salones de arte, fotoperiodista, testigo activo del nacimiento de los partidos indigenistas en su país, apasionado documentalista de su cultura, retratista de estudio para la alta sociedad cuzqueña, fotógrafo de eventos sociales y fiestas patrias e indígenas, fotógrafo costumbrista, maestro de muchos fotógrafos profesionales que se formaron en su taller, amante de la estética de los grandespintores de retrato, excelente iluminador y dotado de excepcional destreza para coreografiar la pose de grupos de personas, representante involuntario de la emergencia de las clases humildes en Cuzco y un largo etc. que merecería más espacio para ser desarrollado en toda su complejidad. Todo ello mostrado sin historicismos formales, apoyado en un dominio excepcional de la técnica y en una curiosidad insaciable por la epopeya cotidiana del ser humano.
Por su parte, Juan Manuel Castro Prieto (Madrid, 1958) exhibe un trabajo en el que se aproxima al universo fotográfico de Chambi desde una óptica contemporánea, sin menciones al exotismo y destacando el mestizaje iconográfico –local y global- visible en los habitantes y en sus escenarios. Juan Manuel Castro Prieto viajó a Perú por primera vez en 1990 para positivar las placas de cristal de Martín Chambi en su estudio de Cuzco. En los diez años posteriores regresó en numerosas ocasiones para realizar un proyecto en clave subjetiva titulado “Perú, Viaje al Sol”. En esta ocasión, Castro Prieto ha querido seguir los pasos del maestro Chambi por la geografía andina y los paisajes urbanos de Cuzco poderosamente transformado por el turismo y las migraciones rurales. Equipado también con una cámara de gran formato (20x25 cm.), Castro aborda estos temas desde el color, interviniendo sobre los planos focales para subrayar la fragilidad de la realidad y la memoria en su representación fotográfica y utilizando los puntos de vista que difieren radicalmente de los registros documentales que caracterizan la obra de Chambi. En las fotografías que forman parte de la exposición,Castro revisa la aldea natal de Chambi, Coaza, y algunas de las regiones y comunidades donde se posó con asiduidad la mirada del maestro peruano, en un espectro temático que incluye las ruinas incas de Machu Pichu y Wiñay Wayna, la vida cotidiana en la capital andina o los retratos de las autoridades locales. La persistente colisión entre la iconografía contemporánea contaminada por los símbolos globales y las huellas del pasado imperial de la región, que se cuelan en muchos rincones del paisaje cuzqueño, constituyen el eje de un proyecto que es, ante todo, un homenaje a la relación emocional que Castro Prieto ha establecido con la obra de uno de los grandes genios de la fotografía mundial.
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