Pablo Alfaro Molina (1983) es un joven pintor, o mejor un joven artista al que, sin duda, le aguarda unfuturo cargado de éxitos plásticos.
En diversos certámenes ya lo hemos visto entre otros autores desde 2003, pero especialmente y más recientemente en la “XI Bienal de Artes Plásticas Ciudad de Albacete” y en el “Festival Poético Fractal”de 2014, en donde nuestro artista ofrece con claridad ya un estilo, una línea y un buen hacer, intelectual, serio y concreto que destaca en el panorama actual, a veces lleno de tópicos, buenas intenciones, pero carente de verdadera fuerza creadora y auténticamente artística.
Pablo, en su obra, se fija en lo cotidiano buscando la calidad de las cosas, sean los caracteres táctiles de unas telas, de ascendencias zurbaranescas, los valores matéricos del pelo de un animal o la dureza de una vieja pared encalada. A todo ello nuestro artista le añade el misterio, inquietante y siempre recurrente, del crepúsculo, del amanecer o de la noche rota por la imperativa luz eléctrica que atrae invariablemente nuestra atención. Todo ello dentro de unas estudiadas perspectivas y adecuadas composicionesde resabios cinematográficos, pues no en balde sus intereses personales también se hanmovido en estos campos. En consecuencia, como resultado se obtiene una clara actualidad en su obrade evidente surrealismo, derivado, casi, de un mundo de sueños o de irrealidades oníricas.
A todo lo expuesto, nuestro pintor añade otro componente de gusto hoy olvidado: su interés por la mitología clásica, tan querida por los artistas del Renacimiento y el Barroco, ahora presentada con un nuevo lenguaje, verdaderamente intemporal, pues aquellos antiguos mitos siguen ofreciendo al hombre de hoy un mensaje, sí inquietante, pero lleno de actualidad, sea en una imperativa Leda y el cisne, en el Rapto de Europa o en la fuerza de Sísifo, cuyo castigo consistía en subir una pesada piedra a lo alto de un monte que caía una y otra vez y era obligado a recogerla eternamente; o bien en la violencia dolorosa de Ticio cuyas entrañas eran extraídas por los buitres, como consecuencia de sus desenfrenos carnales. Temas todos tratados por pintores como Tiziano o Rubens y ahora reinterpretados en un nuevo lenguaje por un artista actual con evidente maestría, ya como un clásico o como un pintor de hoy, donde la expresividad y la fuerza destacan ante todo.
Luis G. García-Saúco Beléndez
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