Daniel Tejero (Huelva, 1973), como en series anteriores, vuelve en Operatorium a confrontarnos con una exploración de los lenguajes del deseo, una gramática elaborada a partir de la instalación, el dibujo y la historiografía en la que nos abandona para que nosotros debamos elaborar el discurso. Ese naufragio está plagado de boyas en las que asirse para aprender o reconocer la lengua que nos habla; porque son las palabras las que articulan nuestra conexión con las imágenes y las ideas, las que expresan nuestros deseos y nos ayudan a saber si nos son propios o algo educado. Pero frente a ellas nos deja el objeto y el dibujo, los restos, fetiches –acaso todo arte no lo es- de una pulsión y un deseo saciado, pero sólo en parte.
Estos elementos inertes han de activarse, buscar el roce de la mirada que escribirá sobre ellos. Podemos valernos de la perífrasis o buscar estrategias que nos aíslen de lo que nos trasmiten o, simplemente, entregarnos al juego, decidir o acatar, dejar que nuestros cuerpos habiten ese espacio –físico, mental-, ese momento extendido en los trazos y en lo que los ha generado.
Llegamos al lugar en el que todo ha ocurrido pero, al mismo tiempo, está por acontecer. Un eterno retorno en el que escribir y emborronar con nuestras notas al margen, nuestras propias experiencias y deseos, tal vez no tan alejados, tal vez opuestos, da igual. Lo importante es escuchar lo que se nos cuenta, experimentar lo que se nos ofrece y seguir aprendiendo que nuestras educaciones fueron parciales, que no van a terminar nunca, que nuestra curiosidad es un arma para transformarnos, una y otra vez.
Eduardo García Nieto