El último proyecto de Manuel Vilariño en el que presenta imágenes fotográficas en las que esencializa el concepto de lo insomne a través del animal oscuro y el genero clásico del paisaje.
Montañas, playas, acantilados o el rinoceronte solitario, abada, evocan crudamente la soledad sin refugio, la ausencia o la muerte.
Entre el hueco y la sombra, animales o paisajes insomnes entendidos como ámbito de conocimiento poético y materia seminal de interrogación sobre los límites entre la vida y la muerte, entre el ser y el no-ser.
E interrogarse es adentrarse en la verdad enigmática, adentrarse en lo oscuro.
Son estos lugares, montañas u océanos que Vilariño recorre y explora, a los que ha denominado ¨Lejano interior¨, espacios de desolación mística y misteriosa luz interior, único refugio posible.
Espacios originarios de extrema escucha y silencio, de luz auroral en los que la mirada animal se abre a la luz borrada, partida, del despertar en los que germina la visibilidad de lo invisible; en palabras de Lezama Lima: ¨la luz es el primer animal visible de lo invisible¨.
El canto de la existencia de Manuel Vilariño, vida y obra, es un intenso y arriesgado canto de la tierra donde el tiempo es eternidad, de morar en lo abierto, en la lejanía rilkeana de ¨lo salvaje¨o lo que es lo mismo trazar círculos de aparición y desaparición.
En este peregrinaje, viaje hacia lo imposible del que habla George Bataille, que conduce al extremo en que comienzan fragmentos de memoria o la palabra poética , el artista se enfrenta a la experiencia oscura de la creacíón o a la nada.
En ese caminar, Vilariño opera con la poesía y la fotografía como un todo indivisible, y la palabra y la imagen, fragmentos de animal y sombra, crean espacios agujereados, vacíos, ausencias, silencios.
Y desde la nostalgia de la belleza, en la certeza de la finitud, en la poesía, Vilariño recordando a Celan, ¨dice verdad quien dice sombra¨.